Vida De Esperanza 1

Ayudame A Creer!

By Richard Martinez, Pastor, September 08, 2019

INTRODUCCIÓN

Esta Serie de Mensajes es muy importante porque se nos ha enseñado que en medio del dolor los Cristianos no podemos mostrar duda y de que pase lo que pase; nosotros tenemos que mantenernos firmes, alegres, contentos, sin mostrar ningún tipo de debilidad, porque si lo hacemos es porque no creemos, no confiamos en Dios o no hemos conocido a Dios.

Sin embargo, eso es precisamente una de las razones que muchas personas no saben lidiar con los momentos difíciles que atraviesan en la vida; porque cuando llegan los momentos difíciles, cuando azota el caos y se debilita la fe de las personas que están sufriendo, se sienten como que han decepcionado a Dios y lejos de buscar más a Dios, terminan apartándose de Dios.

Por eso es, que en este día quisiera traer paz a las personas que están atravesando un momento difícil en sus vidas y están batallando con la duda que llega como consecuencia del dolor.

MENSAJE

El Conflicto De La Confusión

A todos nos pasa, que cuando nos llega una situación difícil, relacionamos nuestra condición presente con la bondad y el amor de Dios. En otras palabras, en los momentos difíciles de nuestra vida, pensamos que Dios nos ha dejado, que Dios nos ha abandonado y nos hacemos preguntas; nos cuestionamos el por qué nos está pasando lo que estamos pasando y entramos en una crisis de fe.

Para mí una crisis de fe no significa que no amamos a Dios o creemos en Dios, sino que…

Una crisis de fe es cuando la situación que estoy atravesando es tan difícil, tan dura, tan devastadora, tan complicada, tan dolorosa; que mi condición llega a hablar más fuerte que mis convicciones.

Lo vimos la semana pasada en las entrevistas, todas las personas que estuvieron acá, ellos atravesaron en un momento dado una crisis de fe, donde llegaron a cuestionar a Dios, donde llegaron a resentirse con Dios; porque aunque amaban a Dios, su situación era tan dolorosa que los llevó no a dudar de la existencia de Dios, pero sí del amor y el favor de Dios para sus vidas.

Muchas personas piensan que cuando una persona atraviesa una crisis de fe Dios se aleja de nosotros o nos rechaza; pero la realidad es que no es así, Dios no nos aleja porque estamos teniendo una crisis de fe, o porque estamos en un momento difícil en el que se nos está dificultando confiar.

El ejemplo lo tenemos en Marcos 9: 14 – 29. Aquí nos enseña que cuando Jesús llegó y preguntó por qué estaban discutiendo, un hombre le dijo en los

  1. 17 – 18: ¨ Maestro, traje a mi hijo para que lo sanaras. Está poseído por un espíritu maligno que no le permite hablar. 18 Y, siempre que este espíritu se apodera de él, lo tira violentamente al suelo y él echa espuma por la boca, rechina los dientes y se pone rígido. Así que les pedí a tus discípulos que echaran fuera al espíritu maligno, pero no pudieron hacerlo.¨

Este hombre era un padre desesperado, que se sentía indefenso y sin los recursos necesarios para ayudar a su hijo, este padre tuvo que enfrentar el tormento de ver a su hijo poseído por un demonio y transformarse de un momento a otro. En los v. 21 – 22 el padre describe la condición de su hijo y le dice a Jesús que el niño vivía en esta condición desde pequeño y lo que es peor, que en ocasiones aún el espíritu lo ha llevado a quitarse la vida.

No es fácil para un padre el ver cómo su hijo va de mal en peor, no es fácil para un padre o una madre sentirse que no tiene los recursos, las herramientas, la estrategia, las armas, para poder ayudar a su hijo para salir de la condición devastadora en la que se encuentra.

Este padre en su desesperación trajo su hijo a Jesús, y como no estaba le pidió a los discípulos que lo ayudaran y los discípulos no pudieron. Imagínese en ese momento lo que este padre cuando trae a su hijo a los discípulos y ellos no pudieron ayudarle, ¿se imagina lo que tenía que estar sintiendo?

Este padre se debía sentir como cualquier padre que está aquí y que tiene a un hijo o una hija que está atravesando una situación devastadora, que está en una condición difícil y por más que ha tratado de ayudarlo no ha podido, ni ha encontrado los recursos ni las herramientas para ayudarlo.

O puede ser otra situación, puede ser el hecho de que mi matrimonio se está deshaciendo y estoy orando a Dios y buscando a Dios, pero no hay cambios. Posiblemente una persona recibió un diagnóstico médico, ha estado esperando un milagro pero antes se puso peor.

Es ahí donde nos visita la duda y la desesperación.

El padre de este joven estaba desesperado, por eso dice que cuando Jesús llegó había una discusión; posiblemente era el padre discutiendo con los discípulos, reclamándoles que hicieran un milagro como los que ellos ya habían hecho, que echaran fuera el demonio de su hijo como habían ya sacado demonios y es muy posible que este padre estuviera tan desesperado de querer ver a su hijo bien, que estaba reclamándoles.

¿No le ha sucedido eso alguna vez?

Que escucha de cómo Dios hizo un milagro en la vida de fulano, o que alcanzó al hijo de sultano, que restauró el matrimonio de aquel o el otro y usted se pregunta:

¿Y por qué a mí no?

¿Por qué a mí esos milagros no me suceden?

Y la duda comienza a visitarnos.

Ayúdanos Si Puedes

Pero en medio de la desesperación, la frustración, la inseguridad, la limitación; lejos de este padre irse de la escena, al Jesús venir a él; él le explicó a Jesús su situación. Este padre lejos de rendirse más bien le trajo a Jesús su necesidad.

Cuando el padre le explica con detalles y desesperación a Jesús la condición de su hijo; nos explica el v. 20 que cuando el espíritu maligno vio a Jesús, le causó una violenta convulsión al muchacho. Y mientras esto está aconteciendo, Jesús está estableciendo una conversación con el padre.

¿Por qué Jesús está teniendo una conversación con el padre, cuando el hijo está convulsando?

Porque Jesús estaba permitiendo que el padre sacara todo lo que tenía dentro, Jesús estaba permitiendo que el padre se desahogara y desatara todas sus inseguridades y miedos en él.

Muchas personas piensan que:

Fe significa el tener una mente positiva, pero fe es mucho más que eso; fe significa que aún cuando se me dificulta creer, cuando se me dificulta entender, cuando no encuentro qué hacer, aún así vengo a Él y le abro mi corazón a Él, porque confío que si alguien puede hacer algo, es Él.

Por eso es que Pedro dijo en

1 Pedro 5: 7 ¨Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque Él cuida de ustedes¨.

Pedro no nos dijo que era pecado preocuparnos, no nos dijo que era pecado tener ansiedad; sino que nos dijo que cuando estuviéramos preocupados, cuando estuviéramos ansiosos le entregáramos nuestras preocupaciones y ansiedades a Él; porque aunque en medio del dolor no lo creamos, pero Pedro nos asegura que Él cuida de nosotros.

Esto era lo que el padre del joven estaba haciendo; estaba desahogándose, estaba explicando todo lo que tenía dentro de él.

Créanme que. . .

Cuando estamos en los momentos más dolorosos de nuestra vida, en los momentos más devastadores, en los momentos de mayor incertidumbre en los que no sabemos qué hace;, en los que no sabemos qué pensar, en los que no sabemos ni qué creer, el lugar más seguro en que nos podemos encontrar es en los brazos de nuestro Padre Celestial.

Nuestro Padre no nos rechaza porque nos duele lo que estamos atravesando y le reclamamos llenos de confusión, no nos rechaza porque le preguntamos:

¿Por qué Señor, por qué?

Yo no creo que cuando Herlinda visitaba el lugar donde mataron a su hija y le gritaba a Dios por qué, yo no creo que Dios fruncía el ceño y la condenaba por no entender el por qué tuvo que atravesar por ese dolor tan terrible; yo más bien creo que Dios en ese momento es cuando más la abrazó, cuando más cerca estaba de ella.

Ninguno de nosotros si nuestros hijos están llenos de ansiedad e incertidumbre y llegan a nuestros brazos temblando, los echaríamos fuera; sino que los abrazaríamos, los aseguraríamos, los protegeríamos, cuánto más Dios lo haría por nosotros.

Cuando el padre le cuenta a Jesús la situación, hizo una declaración muy sincera en el

  1. 22; él dijo: ¨A menudo el espíritu lo arroja al fuego o al agua para matarlo. Y termina diciendo: Ten misericordia de nosotros y ayúdanos si puedes¨.

Se imagina esa declaración: Si puedes!

Esta declaración del Padre no era una declaración de fe, sino una de desesperación. Pero en ese momento Jesús le contestó en el

  1. 23 ¨¿Cómo que ¨si puedo¨?

Todo es posible si uno cree. Lo cual la contestación del padre fue aún más controversial, porque él dijo en el v. 24: “Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad”.

La contestación de este padre es como si el padre hubiese dicho: En circunstancias normales sí creo y no tengo problema con creer; pero en este momento que estoy atravesando por esta situación tan difícil, cuando veo a mi hijo ahí tirado en esa condición, se me está haciendo difícil creer; me está costando creer, por eso es que necesito que me ayudes a confiar, que me ayudes a tener fe.

La contestación de Jesús no fue; pues si no puedes creer, pues allá tú, no hay milagro para ti. Al contrario, lo que Jesús hizo fue que sanó al hijo mientras amó al padre.

Jesús no condenó al padre del niño, ni dejó de hacer el milagro, más bien lo amó, en su sinceridad de su falta de fe, y no sólo que le ayudó a creer y sanó a su hijo sino que a la vez sanó su incredulidad.

Así mismo hace Dios con nosotros, cuando estamos en un tiempo difícil en que se nos hace difícil creer y le confesamos a Dios cómo nos sentimos; Dios no nos rechaza, más bien nos abraza.

CONCLUSIÓN

Yo sé lo que es esto, porque yo lo atravesé cuando me dijeron que no había esperanzas para mi hijo José. Yo me escondía en el closet de mi cuarto a llorar y a cuestionar a Dios; a decirle a Dios que me ayudara a creer, me metía al baño y habría la ducha para poder llorar; porque me habían enseñado que no podía dudar ni un momento, pero en realidad mi corazón estaba como este padre; yo sabía que Dios existía, pero se me estaba haciendo difícil creer en ese momento en que me dijeron que mi hijo tenía un solo riñón y parecía estar podrido.

Pero en medio de todo, recuerdo meterme al closet del cuarto un día antes que le hicieran un procedimiento a mi hijo que no se aseguraba que saldría de el y le dije a Dios: Señor, tú sabes que mi deseo es que mi hijo viva, yo no entiendo cómo el único hijo que he tenido estando en Cristo estoy a punto de perderlo, porque aún no entiendo muchas cosas. Señor, por favor no te lleves a mi hijo; pero si te lo llevas, yo te prometo que nada me va a separar de ti, nada hará que yo me aleje de ti.

Esa oración parece muy chévere y llena de fe, pero la realidad es que estaba llena de incredulidad; no estaba cargada de fe, era una oración más de resignación que otra cosa, yo no tenía ninguna confianza en esa oración; pero Dios encontró la forma de ignorar mi incredulidad, mi duda, mi desconfianza e hizo un milagro en mi hijo.

Ese día así como el padre del joven; no sólo mi hijo fue sanado, sino que yo también fui sanado de mi incredulidad y mi duda. Dios buscó la forma de ignorar mi incredulidad y mirar mi corazón.

Ahora no todos han recibido un milagro, otros aún están esperando un milagro, otros sólo recibieron la noticia devastadora y eso los puede llevar a pensar.

Isaías 40: 27 – 31 dice: ¨Oh Jacob, ¿cómo puedes decir que el Señor no ve tus dificultades? Oh, Israel, ¿cómo puedes decir que Dios no toma en cuenta tus derechos? 28 ¿Acaso nunca han oído? ¿Nunca han entendido? El Señor es el Dios eterno, el Creador de toda la tierra. Él nunca se debilita ni se cansa; nadie puede medir la profundidad de su entendimiento. 29 Él da poder a los indefensos y fortaleza a los débiles. 30 Hasta los jóvenes se debilitan y se cansan, y los hombres jóvenes caen exhaustos. 31 En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.¨

Lo que más me ministra de esta Escritura es que nos dice el v. 29 que:

Es Dios quien da poder a los que están indefensos y fortaleza a los débiles. En otras palabras, Dios no está esperando que yo sea fuerte; Dios no está dependiendo de mi fortaleza, de mi firmeza, sino que Dios es Quien me da poder y fortaleza para soportar la prueba.

En otras palabras, quien fortaleció a Herlinda para soportar la noticia devastadora de su hija, quien le dio fortaleza a Arnie para poder mantenerse firme en su fe y sirviendo a Dios, quien le dio poder a Irene para soportar el rechazo de su ex esposo debido a su cáncer; fue Dios. Dios no dependió de la fortaleza que ellos pudieron mostrar, sino que fue Dios Quien les dio el poder y la fortaleza para estar aquí de pie y firmes en el Señor en este momento.

Pero luego dice en el

  1. 31 En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.

La palabra confiar aquí, no es fe, no es fortaleza espiritual; sino que

La palabra confiar aquí viene del hebreo “qavah” que significa: 1. Estirado hasta el punto de casi quebrantar; 2. La tensión que soporta una soga; 3. Permanecer soportando mientras espera.

Lo que nos demuestra que no se trata de una firmeza, de una fortaleza espiritual, sino que lo que nos está explicando aquí es que en medio del dolor;

Dios nos dará la fortaleza para soportar el ser estirado hasta casi quebrantar, pero que al final de todo, encontraremos nuevas fuerzas como las águilas; por eso es que correremos y no nos cansaremos, caminaremos y no desmayaremos.

Por eso es, que si en este día está pasando por una situación tan difícil que se le está haciendo difícil creer, que se le está haciendo difícil confiar en que Dios tiene todo el control; si está diciendo: Yo quisiera creer, yo quisiera poder confiar, pero en este momento no puedo, se me dificulta; yo quiero informarte que Jesús no te deja, Él no se separa de ti, Él está ahí diciéndote: soporta, vamos soporta; Él te ha equipado con poder y fortaleza que sólo Él sabe dar y al final de todo este proceso encontrarás nuevas fuerzas como las águilas.

A pesar de lo que puedas estar atravesando o lo difícil de la prueba; tú puedes vivir declarando que. . .

NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANOS