Vida De Esperanza 4

La Crisis Que Produce El Dolor

By Richard Martinez, Pastor Principal, September 29, 2019

INTRODUCCIÓN

En esta Serie hemos querido mostrar realidades de situaciones que hemos atravesado o que podemos llegar a atravesar que ha dado lugar a que las personas se alejen y se aparten de Dios y del propósito de Dios para sus vidas.

Porque como hemos mencionado, cuando no entendemos o aprendemos que el dolor es parte de nuestro proceso y todo lo que le decimos a la gente es que van a estar bien, que todo va a estar bien, que si hacen esto y aquello no van a sufrir; cuando llega el sufrimiento inevitable las personas se frustran, se decepcionan, se confunden y esto termina afectando su fe.

Por eso es que quisiera hablar en este día específicamente de La Crisis que produce el dolor, para analizar y ver que podemos aprender en la Palabra acerca de que hacer en estos momentos.

MENSAJE

La Batalla Del Corazón

Yo no tengo la menor idea del por qué cosas malas le suceden a gente buena y cosas buenas le suceden a gente mala y cosas malas también le suceden a gente mala y cosas buenas también le suceden a gente buena.

Lo que sí yo sé es que cuando llegan los momentos difíciles a nuestra vida, traen consigo mucha confusión e incertidumbre y una de las cosas que más me preocupan cuando llega el dolor a nuestras vidas es la batalla impresionante que se forma en el corazón.

Cuando una persona atraviesa por un momento de dolor o una temporada dolorosa, comienza una batalla en nuestro corazón,

porque el dolor viene a llevarnos a dudar de las convicciones que tenemos en el corazón. Es una batalla campal, donde las emociones nos traicionan, los pensamientos nos atormentan, el corazón se debilita y en ese momento es que entramos en una crisis de fe.

La crisis de fe no es un termino que yo puedo definir con certeza, pero es uno que le puse a esos momentos esos momentos dolorosos, en que no sabemos que hacer, donde pasamos por un desánimo profundo y terrible y sentimos que la pasión se va esfumando y nos afecta a tal punto que sentimos que todo va de mal en peor.

Cuando nos llegan esos momentos hacemos lo posible por sentir nuevamente lo que antes sentíamos, tratamos de orar, de leer la Biblia pero en ocasiones nada parece avivar el fuego en nosotros y comenzamos a tratar de provocar en nosotros, en nuestras fuerzas el volver a sentirnos con la misma pasión que tuvimos en un momento dado.

Salmos 42

¨Como el ciervo anhela las corrientes de las aguas, así te anhelo a ti, oh, Dios. 2 Tengo sed de Dios, del Dios viviente. ¿Cuándo podré ir para estar delante de él? 3 Día y noche solo me alimento de lágrimas, mientras que mis enemigos se burlan continuamente de mí diciendo: «¿Dónde está ese Dios tuyo?». 4 Se me destroza el corazón al recordar cómo solían ser las cosas: yo caminaba entre la multitud de adoradores, encabezaba una gran procesión hacia la casa de Dios, cantando de alegría y dando gracias en medio del sonido de una gran celebración. 5 ¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!¨

Cuando leemos este salmo, pareciera que el salmista estaba atravesando una crisis de fe; en ocasiones el Salmista expresa el dolor terrible que estaba atravesando y en otras ocasiones expresa cómo buscaba animarse el mismo a creer y confiar en Dios y aún a alabar a Dios.

El salmista no había dejado de creer en Dios, él simplemente reconocía que lo que estaba atravesando le había robado la habilidad de poderse gozar en la Presencia de Dios y lo mismo sucede con nosotros que en esos momento no queremos orar, cantar, alabar, leer la Biblia, etc. Y sentimos que las cosas no son como antes.

El Tormento Del Dolor

El asunto es que cuando enfrentamos una crisis de fe a causa de un dolor y estamos en medio de ella, lo que queremos es que el dolor se vaya, lo que queremos es que el dolor desaparezca, hay veces que podemos lidiar con el evento, con lo que sucedió, pero lo que se nos dificulta es el qué hacer con ese dolor que se queda atormentándonos y recordándonos lo que sucedió.

Porque el dolor es tan duro y difícil de sobrellevar que lo que queremos es que el dolor pare y esto es bien complicado y en ocasiones cuando vemos a una persona atravesando el dolor les decimos a las personas, sólo alaba a Dios, sólo busca a Dios, sólo ora a Dios, pero en ocasiones el dolor es tan fuerte que no podemos enfocarnos en nada.

En los momentos dolorosos lo que buscamos es el encontrar la manera que no me siga doliendo. Por ejemplo, un matrimonio que perdió a un hijo, o que atravesó un divorcio doloroso. Estas personas aunque aman a Dios en ese momento doloroso lo único que quieren es que Dios les quite el dolor.

El Salmista lo describe en los v. 3 – 4 cuando dice: 3

Día y noche solo me alimento de lágrimas, mientras que mis enemigos se burlan continuamente de mí diciendo: «¿Dónde está ese Dios tuyo?». 4 Se me destroza el corazón al recordar cómo solían ser las cosas: yo caminaba entre la multitud de adoradores, encabezaba una gran procesión hacia la casa de Dios, cantando de alegría y dando gracias en medio del sonido de una gran celebración.

El salmista decía: Yo quiero que las cosas vuelvan a ser como antes, que me sienta como antes, que adore como antes, que pueda gozarme en la casa de Dios como antes, que sienta lo que sentía antes; pero en este momento lo único que siento es como se me destroza el corazón.

No sé si alguna vez se ha sentido así; donde está pasando por un momento tan duro y difícil que por más que usted busca soluciones, por más que busca la forma de volver a la normalidad parece imposible; parece como algo muy lejano y difícil de alcanzar.

Sin embargo, hay algo que tenemos que entender y es que…

Cuando estamos en esta crisis de fe, las personas tratan de escapar del dolor, lo cierto es que no hay manera de escapar del dolor sino que en el dolor lo único que podemos hacer es enfrentarlo.

No hay manera de sacarle la vuelta al dolor, hay personas que recurren a pastillas, alcohol, drogas, sexo, shopping, comer, ver TV; un sin número de cosas buscando aliviar el dolor; pero la verdad es que la única forma de aliviar el dolor no es evitándolo es simplemente atravesándolo.

En el dolor mientras más buscamos la manera de aliviarlo, más nos hundimos en otras consecuencias; la única manera de aliviar el dolor es atravesándolo.

Pero tenemos que preguntarnos: ¿Dónde es que trazamos la línea de aceptar que está bien llorar y sufrir, pero no dejarme morir en el llanto y el sufrimiento? O en otras palabras: ¿Cómo es que en el proceso doloroso, puedo llegar a tener una crisis de fe, sin permitir moverme a la incredulidad, la rebelión, la depresión o la indiferencia con Dios.

El mayor problema que tenemos con el dolor y las temporadas dolorosas en nuestra vida es que si no tenemos cuidado y nos dejamos llevar por el dolor, el dolor puede llevarnos a la incredulidad, a la indiferencia, aun a la rebelión y algunos llegan a apartarse de Dios.

El Salmista expresaba que estaba atravesando un dolor profundo, pero en el proceso, no negó a Dios, no dudó de Dios, no renegó contra Dios, sino al contrario él decía:

  • ¨Así te anhelo a ti, oh Dios¨ (v.1).

  • ¨Tengo sed de Dios¨ (v.2).

  • ¨Pondré mi esperanza en Dios¨ (v.5).

  • ¨Me acordaré de ti¨ (v.6).

  • ¨El Señor derrama Su amor inagotable sobre mí¨ (v.8).

Es ahí donde debemos tener mucho cuidado, que en los momentos dolorosos de nuestra vida, no nos olvidemos quién es Dios y terminemos renegando contra Dios; porque no habrá un lugar más solitario en el que nos podemos encontrar que aquel que en medio del dolor, nos alejamos de Dios.

Atravesando El Dolor

Proverbios 3: 1 – 8 es para mí uno de los capítulos de la Biblia más impresionantes y prácticos que podemos encontrar; pero en referencia al dolor; vemos que este dice algo bien interesante y es que dice:

  1. 3: ¨Nunca permitas que la lealtad ni la bondad te abandonen. Átalas a tu cuello como un recordatorio. Escríbelas en lo profundo de tu corazón.

Este padre al parecer había vivido lo suficiente como para saber que en un momento dado de nuestras vidas, atravesaremos circunstancias, situaciones, problemas, calamidades que querrán desviarnos del propósito de Dios, que vendrán para hacernos tropezar, que vienen a succionar cada onza de fe que tenemos en nuestro ser y por eso él le dice a su hijo: No lo permitas, no permitas que la lealtad a Dios te abandone, no permitas que la bondad en tu corazón desaparezca, mas bien ata la lealtad y la bondad a tu cuello, átalas de forma tal que cuando te traten de abandonar, te ahorquen y te recuerden que no puedes dejar que se vayan de ti.

La forma en que yo miro esto es como los collares para entrenar a los perros, que cuando el perro trata de escaparse el collar lo aprieta abruptamente. Luego le dice Escríbelas en lo profundo de tu corazón; en otras palabras, escríbelas en el lugar de donde tu vida depende de ello.

En resumen, lo que Salomón le está diciendo a su hijo es que no importa lo que suceda, nunca se permita a él mismo olvidarse, desviarse, cuestionarse los atributos de Dios, el amor de Dios.

Y es lo mismo que nosotros necesitamos conocer para no permitirnos en medio del dolor, que el dolor nos desvíe del propósito de Dios y nos lleve a negar el amor de Dios, no podemos por nada del mundo permitir que la lealtad y la bondad nos abandonen, no podemos permitir que el dolor nos robe el concepto de quién es Dios en nuestras vidas y lo que ha hecho Dios por nosotros.

En los v. 5 – 8 este padre comienza a animar al hijo a que haga de Dios su dependencia, a que ponga toda su confianza en Él y esto es un consejo muy sabio que nosotros podemos aprender aunque estemos atravesando el momento más terrible y duro de nuestras vidas.

  1. Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. (v.5)

No busques entender el por qué; porque no lo vas a lograr; en el dolor no logramos entender porque estamos sufriendo, sino más bien en el dolor lo mejor es confiar en Dios con todo tu corazón.

Cuando hablamos del corazón, lo primero que pensamos es en sentimientos, pero…

En la cultura hebrea, cuando se mencionaba con todo el corazón, se refiere a convicciones, a certeza, seguridad.

Entonces el Salomón nos enseña que aunque el dolor sea grande, nuestra convicción mas segura no está en tu problema o el dolor, sino que nuestra convicción mas segura está en Dios.

  1. Busca Su Voluntad en todo lo que hagas, y Él te mostrará cuál camino tomar. Por eso es que…

En medio del dolor no podemos dejar de orar, no podemos dejar de buscar a Dios; aunque nos duela y estemos resentidos con Él, lo mejor es permanecer buscándolo a Él.

Si no lo hacemos, nos hundiremos cada vez más en las consecuencias de nuestras decisiones. En ocasiones en medio del dolor, cesamos de buscar a Dios, cesamos de buscar dirección de Dios y tomamos decisiones que nos llevan cada vez mas a la devastación.

  1. No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio, teme al Señor y aléjate del mal.

###Jamás permitamos que el dolor cambie nuestra manera de ser y nuestro corazón, nunca lo usemos como una excusa o razón para alejarnos de Dios.

  1. Entonces dará salud a tu cuerpo y fortaleza a tus huesos. El resultado de permanecer amando y adorando a Dios en medio de cualquier situación es la bendición que obtenemos por la fortaleza que produce la esperanza.

CONCLUSIÓN

Para concluir es importante entender que: si hay un tiempo en que tenemos que buscar mas el rostro de Dios es en el dolor y la aflicción, si hay un tiempo en el que tenemos que pedirle al Espíritu Santo que se avive dentro de nosotros es en medio del dolor y la aflicción.

No nos detengamos de orar, de alabar, de escudriñar en el dolor y la aflicción.

Si dejamos de buscar, orar, alabar, leer la Biblia, servir a Dios; el dolor se posicionará en nuestros corazones y nos limitará de poder ver la misericordia de Dios, de sentir la presencia de Dios, de aceptar el amor de Dios

y todo lo que Dios trate de hacer lo analizaremos desde el dolor, lo procesaremos por el dolor; y el dolor enfriará nuestros corazones.

Por eso es que tenemos que en esos momentos, buscar cada vez mas ser llenos del Espíritu Santo; porque es el Espíritu Santo que nos ayuda en nuestra debilidad, que ora por nosotros, que intercede por nosotros, que nos consuela en la aflicción, que nos da fuerzas cuando no tenemos ninguna, quien nos recuerda toda promesa de Dios para nuestras vidas, El es quien aviva el fuego dentro de nosotros, ese es el Espíritu Santo.

Cuando buscamos la llenura del Espíritu Santo en medio del dolor; mientras el dolor te dice: eres un fracaso, el Espíritu Santo te recuerda: Tu eres mas que vencedor; no por si, sino por quien te amó; mientras el dolor te dice: Morirás en la miseria; el Espíritu Santo te dice: El vino para darte vida y vida en abundancia; mientras el dolor te dice: tu enfermedad te destruirá; el Espíritu Santo te recuerda que: por sus llagas somos sanados.

El Espíritu Santo en nosotros, no nos permite dejarnos morir en el dolor y la aflicción, no nos permite creerle mas al dolor, que a las promesas de Dios, que a la verdad de la Palabra de Dios.

El Espíritu Santo nos recuerda que: este dolor que estamos atravesando es pequeño comparado con la gloria que dura para siempre y que tiene mucho mas peso que las dificultades.

Por eso es que no huyamos de la presencia de Dios; porque en la presencia de Dios, descansamos en un foso lleno de leones; danzamos en medio de un horno de fuego; obedecemos a la voz de Dios en un desierto; glorificamos a Dios en medio de los gigantes; alabamos y gritamos cuando estamos frente a murallas y vivimos con una esperanza firme en la eternidad.

Es posiblemente por lo que vemos ahora al Salmista que terminó diciendo en el v.11:

¨11 ¿Por qué estoy desanimado?¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!¨

El dolor, es inevitable; pero que hacemos, como reaccionamos a el, es nuestra decisión; por eso es que en medio del dolor y de la crisis de no podemos permitirnos otra cosa que: Poner nuestra esperanza en Dios y buscar alabarlo nuevamente.

La único que yo he podido descubrir en mi vida que me ha sostenido en medio del dolor, no es el mirar como salgo del dolor, ni lo que me espera adelante del dolor, porque en medio del dolor cuando miro hacia delante, no puedo ver mas allá de mi dolor.

Por eso es que lo único que me da consuelo es mirar hacia atrás;

  1. Mirar a la cruz, mirar como es que Dios me amó, me ama y me amará tanto que murió en la cruz por mi.

  2. Mirar lo que Dios ha hecho por mi, y analizar de donde Dios me sacó y como me ha bendecido en el pasado.

  3. Mirar a las maravillosas experiencias que Dios me ha permitido ver, como la restauración de mi matrimonio, la sanidad de mi hijo.

¿Por qué miro atrás? Porque las experiencias pasadas no se invalidan por el sufrimiento presente. Por eso que cuando yo miro hacia atrás y veo lo mucho que Dios me ha amado; no puedo dejar de declarar que:

NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANO