Vida De Esperanza 11

Persistiendo En La Esperanza

By Richard Martinez, Pastor Principal, November 17, 2019

INTRODUCCIÓN

Hemos estado hablando en esta Serie, de la importancia de la esperanza cuando atravesamos por diferentes circunstancias de la vida y sentimos que nuestra fe se ha debilitado. Por eso, en este mensaje quisiera hablar de la relación que tiene la esperanza y la fe.

Cuando hablamos de la esperanza, debemos entender la operación de la esperanza con la fe y de la fe con la esperanza. Por ejemplo:

La fe es nuestra confianza en que Dios es el fundamento de todo lo existente y todo lo que creemos; es también la seguridad de que algo sucederá porque Dios dijo que sucederá; mientras la esperanza es la expectativa de que suceda lo que Dios dijo que sucederá.

Por eso es que la Biblia nos dice en

Hebreos 11: 1: La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver.

Por ejemplo: si yo le digo a mis hijos que los voy a llevar al cine; la fe les dice que: van a ir al cine, porque papi dijo que van; pero la esperanza los mantiene seguros, expectantes mientras esperan a que vayamos al cine. En otras palabras, la esperanza mantiene viva y activa la fe.

El Apóstol Pablo lo explica así en

Romanos 4: 16 – 21 dice: 16 Así que la promesa se recibe por medio de la fe. Es un regalo inmerecido. Y, vivamos o no de acuerdo con la ley de Moisés, todos estamos seguros de recibir esta promesa si tenemos una fe como la de Abraham, quien es el padre de todos los que creen. 17 A eso se refieren las Escrituras cuando citan lo que Dios le dijo: «Te hice padre de muchas naciones». Eso sucedió porque Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y crea cosas nuevas de la nada. 18 Aun cuando no había motivos para tener esperanza, Abraham siguió teniendo esperanza porque había creído en que llegaría a ser el padre de muchas naciones. Pues Dios le había dicho: «Esa es la cantidad de descendientes que tendrás».19 Y la fe de Abraham no se debilitó a pesar de que él reconocía que, por tener unos cien años de edad, su cuerpo ya estaba muy anciano para tener hijos, igual que el vientre de Sara. 20 Abraham siempre creyó la promesa de Dios sin vacilar. De hecho, su fe se fortaleció aún más y así le dio gloria a Dios. 21 Abraham estaba plenamente convencido de que Dios es poderoso para cumplir todo lo que promete.

El Apóstol Pablo explicó que cuando Dios le hizo la promesa a Abraham y Abraham le creyó a Dios y creyó en Dios, aunque Abraham no tenía motivos para tener esperanza, él insistió en tener esperanza porque había creído por fe lo que Dios le había declarado. Y esa esperanza que Abraham había mantenido, fue la que no permitió que su fe se debilitara a pesar de tener casi 100 años y estar muy anciano para tener hijos; esa esperanza fue la que ayudó a Abraham a mantener la fe y estar plenamente convencido de que Dios es poderoso para cumplir todo lo que promete.

La esperanza es lo que nos mantiene afirmados en Dios, nos mantiene creyendo en Dios y mantiene alimentando nuestra fe, para continuar confiando en Dios.

La Fe y La Esperanza

Cuando miramos el ejemplo de las personas que mencionan en Hebreos 11 ninguna de esas personas fueron perfectas, algunos llegaron a dudar de Dios en el proceso.

La esperanza, no es un proceso libre de dudas, ni cuestionamientos; sino que es un proceso que nos impulsa a persistir creyendo a pesar de nuestras dudas y los cuestionamientos.

El hecho de que usted y yo tengamos fe, no significa que en el proceso no vamos a dudar, no significa que en el proceso no nos va a doler, o que no vamos a querer tirar la toalla; todo esto es normal y la mayoría de las personas que menciona Hebreos 11 tuvieron sus momentos de duda; pero la esperanza lo que hace es que nos mantiene creyendo a pesar del dolor y las dudas.

Pero como dice en

Hebreos 6: 14 nos dice que cuando Dios le declaró a Abraham: ¨Ciertamente te bendeciré y multiplicaré tu descendencia¨. Nos dice el v. 15 que: ¨Abraham esperó con paciencia y recibió lo que Dios le había prometido¨. Por eso es que vemos luego que el v. 19 dice que: ¨Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma¨.

Por eso es que tenemos que mantener viva la esperanza, porque la esperanza es un ancla firme para el alma; la esperanza nos mantiene firmes.

Mantener la esperanza viva significa en mantenernos creyendo que lo que Dios nos prometió Él lo cumplirá, que aunque todo a nuestro alrededor se esté derrumbando y todo va de mal en peor, nos mantengamos creyendo que lo que Él declaró, sucederá.

Una de mis frases favoritas en la Biblia y que es inspirada por la esperanza es: Pero Dios. Esta frase es maravillosa, porque esta frase nos revela que en un momento dado Dios cambió el rumbo de las cosas a favor de las personas, que en un momento dado Dios operó de forma sobrenatural, que cuando todo se veía de una forma, Dios encontró la manera de darle un giro a las cosas de forma sobrenatural y esto cambió e impactó la fe de alguien de forma impresionante.

Por ejemplo, cuando vemos en

Génesis 50: 20 donde José se reencuentra con sus hermanos, él les dice: Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien.

En 1 Samuel 23: 14 cuando Saúl perseguía a David para asesinarlo; nos dice que: ¨David se refugió en unas fortalezas que había en el desierto y en la zona montañosa de Zif. Saúl lo perseguía día tras día, pero Dios no permitió que Saúl lo encontrara.¨

En ocasiones esta frase se utiliza para fortalecer nuestra fe en medio de la crisis, como el Salmista declaró en

Salmos 73: 26 que dijo: ¨Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre.¨

En todos estos ejemplos que vemos aquí y en otros más, éstas personas no sabían cuándo Dios contestaría o cuándo Dios intervendría; ellos sólo sabían que Dios lo haría y cuando las cosas estaban en su momento más difícil y complicado es que Dios intervino y por eso cuando ellos relatan sus historias, ellos dicen: Pero Dios dispuso, Pero Dios no permitió, Pero Dios sigue siendo la fuerza, etc.

Por eso es, que cuando no vemos nada sucediendo a nuestro favor y no vemos que las cosas mejoran no perdamos la esperanza; más bien anclémonos más fuerte a la esperanza creyendo en lo que Dios nos ha prometido y lo que Dios nos ha declarado. Porque es en esos momentos que tenemos que confiar en que Dios también tiene un “Pero Dios”, también para nosotros.

Cuando sabemos esperar con confianza, cuando mantenemos viva la esperanza es cuando la fe nos lleva a declarar: Estoy sufriendo, pero Dios me consuela; estoy desesperado, pero Dios me da paz; estoy devastado, pero Dios es mi roca; estoy angustiado, pero Dios me da gozo; no sé que pensar, pero Dios fortalece mi entendimiento; me siento débil, pero Dios es mi fuerza. Es ahí cuando la fe opera y nos recuerda que Dios es mucho mayor que nuestro problema, que Dios es mucho más grande que nuestra circunstancia.

La Batalla De La Fe y La Esperanza

La razón por la que muchas personas piensan que no tienen fe cuando las cosas le van mal es porque la manera en que vemos la fe, es que pensamos que debemos tener todo bajo control para que sea fe. Hemos llegado a pensar que la fe se trata de cómo nos sentimos; que si lloramos ante una situación difícil significa que no tengo fe, que si me devasto por algo doloroso es que no tengo fe; si eso sucede no significa que no tengo fe, significa que soy humano.

Nuestra fe no depende de cómo nos sentimos o qué tan fuerte somos; sino que nuestra fe depende de creer que es Dios quien tiene todo el poder, que es Dios quien tiene todo en control y que Dios es fiel, grande, poderoso, misericordioso, maravilloso;

por eso es que mi fe no depende de mí; mi fe está sembrada en Él y una fe pequeña en Dios es mayor que una fe grande en nosotros mismos.

Los discípulos le dijeron a Jesús en

Lucas 17: 5 ¨Muéstranos cómo aumentar nuestra fe¨, y Jesús les respondió en el v. 6 ¨Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol: ¨Desarráigate y échate al mar¨, y el obedecería¨.

En otra ocasión, Jesús les dijo una frase similar a los discípulos; cuando no pudieron echar fuera un demonio y Jesús les dijo en

Mateo 17: 20: ¨Ustedes no tienen la fe suficiente. Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería imposible.¨

Muchas veces vemos estos versículo como algo negativo, como Jesús diciéndole a los discípulos: Ustedes no tienen nada de fe y por eso no pueden mover una montaña, ni un árbol. Pero, no le parece curioso que Jesús quien levantó a paralíticos, dio vista a ciegos, resucitó muertos; la Biblia no nos dice que Él movió una montaña o un árbol.

Es porque Jesús no estaba diciendo que tenían que mover una montaña o un árbol; tampoco estaba minimizando la fe de los discípulos, Él no les estaba diciendo: La fe de ustedes no sirve para nada; si sirviera pudieran mover este monte o este árbol.

Jesús les estaba explicando que: la fe de ellos no tenía que ser tan grande, que la fe de ellos no tenía que ser tan impresionante, sino que todo lo que tenían que tener era una fe tan pequeña como la de un grano de mostaza; en otras palabras: lo que ustedes necesitan es una fe tan pequeña como un grano de mostaza, pero que esa fe pequeña sea puesta en el Padre que está en los cielos.

Dios puede trabajar con lo pequeña de nuestra fe; porque al final la gloria y la honra es para Él. Por eso, cuando sintamos que nuestra fe está al borde del quebranto, al borde de desaparecer, recordemos que Dios puede trabajar con esa pequeña fe que aún mantenemos.

Por ejemplo, cuando miramos la historia de los 3 jóvenes hebreos, en Daniel 3 y Nabucodonosor los llamó porque no se quisieron postrar; y los amenazó y les dio una oportunidad de que se postraran; nos dicen los

  1. 16 – 18 que: ¨ 16 Sadrac, Mesac y Abed-nego contestaron: Oh Nabucodonosor, no necesitamos defendernos delante de usted. 17 Si nos arrojan al horno ardiente, el Dios a quien servimos es capaz de salvarnos. Él nos rescatará de su poder, su Majestad; 18 pero aunque no lo hiciera, deseamos dejar en claro ante usted que jamás serviremos a sus dioses ni rendiremos culto a la estatua de oro que usted ha levantado.¨

Ellos no confiaron en ellos mismos, ellos pusieron la fe en el Dios que podía salvarlos; ellos estaban seguros de que Dios podía salvarlos; pero no estaban seguros de que Dios los salvaría; pero a pesar de que no estaban seguros de que Dios los salvaría, ellos no estaban dispuestos a negar la fe, aunque les costara la vida.

Ellos dijeron:

  • Es Dios a quien servimos.
  • Él nos rescatará.
  • Pero si aún no lo hiciera.
  • Aún así; jamás serviremos a sus dioses.

La fe de ellos no estaba limitada a su situación o condición, sino que estaba clara en Dios a pesar de su situación o condición, porque creían que Dios tenía todo bajo control, ellos sabían que si morían era parte del plan perfecto de Dios.

Cuando las circunstancias nos opriman, nos marquen, estemos en momentos dolorosos, no permitamos que el dolor nos venda la mentira de que Dios no está en control, de que Dios no contestará; aunque no recibamos lo que esperamos, aunque no encontremos lo que buscamos no desmayemos pensando que Dios no está en control; Dios es Alfa y Omega, Él es principio y fin; y Su plan es mucho mayor de lo que creemos o podemos ver o tan siquiera imaginar.

La fe nos lleva a decir: Señor no entiendo, me duele, estoy confundido; pero confío en que tu amor por mí va más allá de mi razonamiento y que Tú tienes un plan perfecto para mi vida.

CONCLUSIÓN

Por eso es que me impresiona lo que dice

Romanos 4: 18 – 20 de Abraham, por ejemplo nos dice en el v. 18 ¨Aun cuando no había motivos para tener esperanza, Abraham siguió teniendo esperanza¨.

Qué versículo tan impresionante; en otras palabras, Abraham tenía todos los motivos para rendirse, todos los motivos para dejar de creer, pero él decidió seguir teniendo esperanza.

Luego en el v. 19 nos dice que cuando Abraham analizó su situación, reconocía que estaba ya muy anciano para tener hijos, al igual que el vientre de Sara; Abraham tomó la decisión de no dejar que su fe desmayara, ni se debilitara.

Es mejor morir esperando en Dios y confiando en Él; que vivir preso de la duda y la incredulidad.

Pero luego el v. 20 nos enseña que mientras más pasaba el tiempo; más la fe de Abraham se fortalecía. En vez de ser al revés, que mientras más pasa el tiempo más dudamos; Abraham mientras más pasó el tiempo, más su fe se fortalecía.

La fe de Abraham se fortalecía mientras más pasaba el tiempo, porque Abraham creyó en lo que Dios le declaró. Por eso añade el v. 21 que Abraham estaba plenamente convencido de que Dios es poderoso para cumplir lo que promete.

La fe de Abraham no estaba en Abraham, la fe de Abraham estaba puesta en Dios y lo que Dios prometió; la fe de los jóvenes hebreos no estaba puesta en los jóvenes hebreos, la fe de los jóvenes hebreos estaba puesta en Dios. Nuestra fe no puede estar en nosotros, sino en Dios.

Nosotros no vemos todo el marco, nosotros no vemos todo el resultado; pero la fe demanda que demos un paso de obediencia y luego otro y luego otro hasta que lleguemos a la meta;

La fe no me demanda que vea todo el resultado; la fe me demanda que me mantenga creyendo en Dios mientras se cumple lo que Dios ha prometido.

Mirémoslo de esta manera: la fe es como subir una escalera; la cual Dios sostiene; y uno sube un escalón por fe, luego que ha conquistado ese escalón, uno sube el próximo y el próximo y así sucesivamente. Lo que motiva a uno a continuar subiendo los escalones es la esperanza, porque la esperanza te recuerda que arriba de la escalera, hay una recompensa, una promesa y la esperanza te mantiene enfocado en la cima, en la recompensa, en la promesa, no en el escalón.

Uno sólo continúa subiendo la escalera, un escalón a la vez, cada uno de esos escalones representa un nuevo nivel de fe; mientras la esperanza nos recuerda que en el tope de la escalera, hay una recompensa. La realidad es que fe no es fe hasta que la fe sea todo en lo que estamos dependiendo y todo lo que nos está sosteniendo.

Así que ten fe para subir el primer escalón, y es difícil; da miedo subir el escalón, uno piensa cosas como:

  • ¿Y qué si me caigo?
  • ¿Y qué si no puedo llegar, y qué si me canso?

Pero necesitamos el valor de creerle a Dios y subir el primer escalón; cuando ya hayas conquistado ese escalón; sube al próximo y mientras más alto vas subiendo y mientras más va pasando el tiempo, más temor nos da; pero si mantenemos la mirada en la meta y persistimos hasta el fin, no seremos defraudados.

Haz como Abraham, en vez de creerle más a tu situación que a Dios; mejor rehúsate a rendirte, rehúsate a desmayar, rehúsate a dudar, aunque todo el mundo te diga que es imposible, aunque tú mismo veas que parece imposible, recuerda que no es en tus fuerzas, sino en las de Aquel que dividió el Mar Rojo, que le dio un hijo a un hombre de 100 años, en las de Aquel que derribó las murallas de Jericó, en las de Aquel que nos amó a tal nivel que murió en la Cruz por nosotros.

Sube la escalera de la fe y cree en las promesas de Dios sin vacilar y tu fe se fortalecerá aún más y podrás dar Gloria a Dios en medio de tu situación, porque Dios te convencerá de que Él es poderoso para cumplir todo lo que te ha prometido. Cuando la esperanza te sostiene y tu fe se afirma, vivirás declarando que:

NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANO