INTRODUCCIÓN Como hijo de Dios, continúo en la convicción de que Dios jamás me permitirá atravesar algo para lo que Él no me haya ya capacitado, aún sin yo darme cuenta de lo que Él ya ha hecho. Pienso que cuando David tenía que enfrentar a los osos y los leones que le arrebataban una oveja, y el tenía que pelear contra ellos hasta liberar la oveja; él no sabía que un día estaría enfrentando a un gigante, pero ahora frente al gigante todo hizo lógica; frente al gigante ahora él se dio cuenta que los osos y leones fue la preparación que Dios utilizó para vencer a Goliat. Hemos estado hablando en esta Serie de las cosas que afectan, enferman, dañan y contaminan nuestros corazones y lo importante de no permitir que nuestros corazones se llenen de resentimientos, rencores, temores, amargura, porque hemos visto que los resultados son devastadores. En este día hablaremos de la importancia de que no desmaye nuestro corazón. MENSAJE Un Corazón Desmayado En diferentes ocasiones difíciles, dolorosas, peligrosas Dios le habló a diferentes hombres para que sus corazones no desmayaran; le habló a estos hombres en momentos de extremo dolor y dificultad exhortándoles que en esos momentos no llegaran al punto en que sus corazones desmayaran. Cuando la Biblia habla de desmayar, se refiere al desánimo, al abatimiento, al desfallecer, a todo aquello que nos limita de seguir adelante, a aquello que nos anima a rendirnos en el proceso. Con todo lo que está sucediendo hoy día, esto está llevando a muchas personas a que sus corazones desmayen, a que sus corazones desfallezcan, a un desánimo profundo. Y es que todo lo que está sucediendo con el Coronavirus es algo completamente diferente a lo que hemos enfrentado en el pasado, esto es algo que nunca antes habíamos visto o vivido. Nos está sucediendo algo similar a lo que el pueblo de Israel enfrentó en 1 Samuel 17 cuando los israelitas estaban listos para enfrentar a los filisteos. Los filisteos eran ese tipo de enemigo con los que ellos estaban ya acostumbrados a pelear; pero esta vez fue diferente, esta vez los filisteos vinieron con una nueva estrategia que los tomó de sorpresa, un gigante que cada vez que hablaba dice el 11 que el pueblo de Dios quedaban aterrados y profundamente perturbados. Esta batalla no era como las demás batallas que ellos habían enfrentado en el pasado, esta vez ellos estaban enfrentándose a algo que no era lo normal y por esa razón sus corazones desmayaron y estaban aterrados y perturbados, porque esto era algo totalmente nuevo y diferente. Nosotros estábamos acostumbrados a enfrentar a un enemigo de finanzas, de problemas matrimoniales, de situaciones con los hijos; pero nunca antes, jamás en nuestra historia habíamos enfrentado lo que estamos enfrentando en este tiempo. Y esto está provocando que el corazón de los hijos de Dios desmaye, que el corazón de los padres desmayen, que el corazón de los esposos desmayen, que el corazón de la gente entregada desmaye; porque estamos enfrentando un nuevo enemigo que nunca antes habíamos visto. Cómo Reaccionar Ante La Adversidad En estos momentos de dolor, de soledad, de temor, de incertidumbre, no debemos preguntarnos: ¿cómo vamos a salir de esto? Sino debemos preguntarnos: ¿cómo vamos a reaccionar en medio de esto?, ¿qué vamos a permitir que esto produzca en nuestras vidas? Si no nos hacemos estas preguntas, si no nos contestamos estas preguntas; lo que aún falta por suceder, las pruebas que nos faltan por enfrentar, los problemas que se avecinan, no sólo nos llevarán a que nuestro corazón desmaye sino estaremos atemorizados, aterrados y profundamente perturbados. Lo mejor que podemos hacer es evaluarnos y ser sinceros con nosotros mismos, y tomar la decisión de cómo vamos a reaccionar ante las circunstancias que nos han llegado o que nos pueden llegar. Yo sé que esto no suena muy alentador y que muchas personas prefieren que alguien les diga: reprende y declara que nada de eso te va a llegar y pareciera que en este momento no tengo fe, pero la realidad es que la fe no es algo que se da por accidente; la fe es una decisión que tomamos de permanecer firmes y confiados en Dios ante cualquier circunstancia. Por eso, yo prefiero pensar y tomar la decisión de: ¿cómo voy a reaccionar si llegaran los tiempos difíciles a mi vida y me va de mal en peor? ¿Qué permitiré que eso provoque en mi vida? Si no tomamos esa decisión ahora; el peligro es que en medio del dolor no sepamos cómo reaccionar y nuestro corazón se afecte a tal punto que no sólo desmaye, sino que me hunda en la depresión. El prepararme para lo peor no es falta de fe, el prepararme por si llega lo peor es el decir: Señor, no importa lo que pueda venir, mi corazón siempre confiará en ti, latirá para ti y te amará sólo a ti. En el Salmo 27: 11 – 14 David dijo: ¨ Enséñame cómo vivir, oh Señor. Guíame por el camino correcto, porque mis enemigos me esperan. No permitas que caiga en sus manos. Pues me acusan de cosas que nunca hice; cada vez que respiran, me amenazan con violencia. Sin embargo, yo confío en que veré la bondad del Señor mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes. Espera con paciencia al Señor; sé valiente y esforzado; sí, espera al Señor con paciencia.¨ Aquí el Salmista dice: Yo reconozco que mis enemigos me están esperando, que me están acusando de cosas que yo no hice; que me amenazan con violencia; pero en medio de todo esto el Salmista no dice líbrame del problema, ayúdame a escapar de la situación; sino que le dice a Dios si todo esto me llega, si paso por esta situación: Enséñame cómo vivir, guíame por el camino correcto; porque yo confío en que veré tu bondad y esperaré con paciencia al Señor con valentía y esfuerzo. El Salmista estaba determinado en cómo iba a enfrentar la situación antes de que llegara la situación y determinó que en el proceso quería ser enseñado y guiado por Dios para mantener su confianza y esperar con paciencia, valentía y esfuerzo en el Señor. Eso es lo que tenemos que hacer, tenemos que determinar; ¿cómo vamos a reaccionar ante la adversidad? Y así podremos tomar la decisión de que venga lo que venga, confiaremos en que veremos Su bondad y esperaremos con paciencia, valentía y esfuerzo. Lo que no podemos hacer es rendirnos ante la adversidad, ni que nuestro corazón desmaye, al punto de quedar aterrados y perturbados; sino que tenemos que pedirle a Dios que nos enseñe, que nos guíe y ayude a tener un corazón paciente, un corazón valiente y un corazón esforzado. # CONCLUSIÓN ### Hasta Que No Podamos Más Cuando permitimos que nuestro corazón desmaye, lo que termina sucediendo es que la salida más fácil es huir y renunciar, porque en nuestra naturaleza cuando la situación se pone difícil lo que nuestro corazón quiere hacer es desmayar y rendirse, porque es lo más fácil de hacer. Pero nosotros no somos llamados a hacer lo fácil, sino lo correcto! Por ejemplo: es muy fácil rendirse a la depresión, rendirse al miedo; lo difícil es pelear contra nuestros sentimientos y nuestras inseguridades; es más fácil ahora que no puedo estar en un edificio congregándome, bajar la guardia, darle a Dios lo que me sobra, el tiempo que me sobra, las finanzas que me sobran, la pasión que me sobra, todo eso es más fácil; difícil es permanecer enfocado en Cristo, difícil es ser fieles a Dios en todas las áreas de nuestras vidas. Es muy fácil abandonar y tirar la toalla, lo difícil es provocar que nuestra fe crezca en medio de la adversidad. Es el tiempo perfecto para ser la diferencia en un mundo lleno de incertidumbre, para traer paz en un mundo lleno de miedo y temores; para predicar a Cristo en un mundo necesitado de esperanza. La Biblia nos habla en 2 Samuel 23: 8 – 12 de 3 guerreros que se rehusaron a hacer lo fácil: Jasobeam, Eleazar y Sama y nos dice que cada uno de ellos enfrentaron batallas que estaban en desventaja: Nos dice que Jasobeam mató a 800 guerreros enemigos con una lanza. Eleazar en los v. 9 – 10 cuando todo el ejército israelita hizo lo fácil y cuando se vieron en desventaja, huyeron; Eleazar se quedó con David peleando y mató tantos filisteos hasta que se le cansó la mano para levantar la espada. Sama dice los v. 11 – 12 que un día que los filisteos salieron a la guerra y el ejército de los israelitas huyó, Sama no cedió terreno y él solo hizo retroceder a todos los filisteos. A lo que quiero llegar es, que cada uno de ellos si hubiera huído como todos los demás, si hubiesen reaccionado como reaccionaron los demás, si se hubieran dejado llevar por la situación y las circunstancias como los demás, nadie los hubiese culpado. Pero ellos no permitieron que su corazón desmayara, sino que ellos determinaron no rendirse, aunque se vieron en desventaja. Yo con esto no estoy diciendo que el afirmar nuestro corazón será fácil, en ocasiones será lo más difícil que enfrentemos en la vida; en ocasiones será lo más doloroso que atravesaremos en la vida. El tener que pelear cuando me quiero rendir, es bien duro; el tener que continuar cuando quiero parar es muy doloroso; el tener que creer cuando no me queda una onza de fe es bien amargo; el tener que confiar cuando he perdido la esperanza es bien difícil y complicado. El ver todo un ejército rodeándote y tú sólo tener una lanza; el ver a todo un ejército viniendo contra ti y tú ver a todos los amigos, familiares, compañeros huyendo y tú tener que quedarte listo para la batalla y ser criticado por todos, porque le estás creyendo a Dios; el tener que estar en medio de un campo de lentejas y escuchar de la gente: olvídate de esto, yo me voy, quédate tú ahí si quieres, no vale la pena morir por eso, eres un tonto al quedarte solo, es difícil. Es difícil el ver cómo prendemos la TV y lo que escuchamos es catástrofes, muertes, avance, escasez, calamidad, contagios, lay off, amenazas de desalojo y tener que seguir firme en tu convicción de Quién es Dios; tener que seguir alabando a Dios, predicando a Dios y parecer un loco, ridículo delante de todos; parecer un fanático, porque le estás creyendo a Dios y no quieres que tu corazón desmaye. Pero hay algo que tenemos que notar y es que mientras ellos continuaron, mientras ellos siguieron peleando, mientras ellos siguieron creyendo nos dice la Biblia que el Señor le dio una gran victoria. Yo no te estoy diciendo que será fácil; lo que te estoy diciendo es que cuando no permites que tu corazón desmaye, que cuando no huyes como los demás, cuando no reaccionas como los demás, cuando no te comportas como los demás, cuando le estás creyendo a Dios y pareces un ridículo por creer en medio de todo esto, y sigues confiando y sigues luchando, alabando y sigues siendo fiel: el Señor te dará una gran victoria. Es como lo que vemos en este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=t2G8KVzTwfw En este vídeo el que ganó la carrera no fue quien se llevó el mayor aplauso, nadie se admiró del que llegó primero; la gente aplaudió al que pudiendo rendirse no se rindió, la gente se admiró al que no permitió que el dolor que sentía hiciera desmayar su corazón. En esa carrera la gente no se recuerda quién fue que ganó la carrera; la gente se recuerda del que llegó último pero que no se rindió, del que se armó de valor para terminar la carrera como pudo pero la terminó, para ese que no se rindió la gente se puso de pie y lo aplaudió y lo reconoció. Algunas personas lo trataron de convencer de que se saliera, que se rindiera. Pero el que ha determinado en su corazón que ni la adversidad, ni el dolor, que nada lo limitará de cumplir su propósito no encuentra cómo rendirse cuando llega el dolor; no se rinde cuando la gente trata de persuadirlo para que se rinda, no se rinde por el Coronavirus, no se rinde porque perdió el trabajo, no se rinde porque se infectó, no se rinde porque perdió la casa, no se rinde porque las cosas le van de mal en peor; no es que no pueda rendirse, es que no sabe cómo rendirse. Por eso, cuando continuamos corriendo a pesar del dolor, cuando continuamos peleando aunque no podamos levantar la espada, nos sucede como a Derek Redmond que el Padre viene a nuestro socorro, viene a nuestro encuentro y nada lo detiene de llegar a nosotros; pero Él no viene a persuadirnos para que nos rindamos, Él viene a ayudarnos a terminar la carrera, Él viene a ayudarnos a que lleguemos a la meta, Él viene a afirmar nuestro corazón con esfuerzo, paciencia y valentía. Así mismo es que el Padre te está llamando en este día, a que corras esta carrera de salvación, a que sepas que Él viene a ti para ayudarte, para salvarte, para darte Vida Eterna; Él viene a ti para darte una Vida Nueva, para ayudarte en medio de tu dolor; por eso, si este día quieres que Dios venga a tu vida, a tu encuentro, a tu socorro; puedes poner YO en este momento y cuando pones YO estás diciendo: Señor no puedo más, no puedo seguir, ven a mi encuentro por favor, ven a mi encuentro, te necesito, me duele, esto me duele, por eso te necesito, ven a mi encuentro y ayúdame. Por eso, si esa persona eres tú escribe en este momento YO. Para el resto quiero que sepas que no es tiempo de rendirnos, no es tiempo de intimidarnos, no es tiempo de estar perturbados; es tiempo de correr la carrera, posiblemente tú también estás diciendo: Papá me duele, ven a mi encuentro, te necesito, no me voy a rendir pero me duele, no me voy a rendir pero tengo miedo, no me voy a rendir pero estoy desesperado, así que ven a mi encuentro Papá porque te necesito. Pídele a Dios que te dé nuevas fuerzas, que afirme tu corazón, que te ayude a terminar la carrera. Levántate ahí donde estás y afirma a tu familia y diles: en medio de todo esto Dios estará con nosotros y como familia terminaremos la carrera, pelearemos la batalla y saldremos victoriosos. Adoren juntos, canten juntos y confíen en Dios juntos, para que juntos como familia terminemos la carrera. MINISTRACIÓN No podemos rendirnos, no podemos salir de este proceso, derrotados, no puede ser que en una temporada en que nuestros hijos están mirándonos, están observándonos que nos vean que no pudimos soportar el dolor, que no pudimos aguantar la prueba, no podemos rendirnos, no podemos dejar ese legado en la próxima generación; ellos tienen que vernos brillar; tienen que vernos llenos de fe, valentía, tienen que ver que en medio del dolor, nosotros continuamos creyendo, alabando, confiando, adorando, sirviendo, avanzando, predicando. Con esto no te estoy diciendo que será fácil, el mantener tu corazón afirmado en el Señor, puede ser lo más difícil que tengas que hacer en tu vida, va a tomar todas las fuerzas de tu corazón, tu ser y tu espíritu para no rendirte, va a tomar todo el coraje y la valentía que puedas encontrar; pero te garantizo que si no te rindes, sino tiras la toalla, verás cómo el Padre te sostiene en el proceso, verás cómo el Padre te ayuda a soportar, verás cómo el Padre te da la fortaleza que necesitas y vivirás para declarar que NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANO