INTRODUCCION La semana pasada estuvimos hablando acerca de el corazón endurecido; de cómo las situaciones, las traiciones, los engaños y el dolor lo endurecen, de cómo estas situaciones, engaños y dolor le venden una mentira a nuestra mente, y una vez que acampa en ella, pasa a nuestros corazones y una vez que llega a nuestros corazones, lo endurece y cierra nuestros ojos y oídos para no ver lo que Dios está haciendo, para no escuchar su voz; limitandonos entonces de poder venir a Él para que nos sane. Cuando la alabanza, la adoración, la oración, la Palabra y el clamor penetran en nuestra mente, comienza una batalla entre la verdad del amor de Dios y la mentira que nos vende el dolor; pero cuando persistimos en esa verdad de Dios que gobierna nuestra mente, esta le informa a nuestro corazón que está bien, que Dios sigue en control y es ahí que nos disponemos a venir a Él y confiar en Él para que nos sane. Para algunas personas aun a pesar de todo lo que aprenden y escuchan se les hace difícil creer; porque no pueden ver y entender cómo es posible que el orar, el clamar y el adorar pueda afirmarlos, levantarlos, transformarlos y sanarlos. Escuchan todas las predicaciones y enseñanzas, pero batallan; porque les parece ilógico que algo tan sencillo, y tan raro pueda de verdad producir algo en sus vidas o en sus corazones y por eso prefieren descartar todo y permanecer en su condición. Cuando las personas escuchan muchas cosas de las que enseñamos en la Iglesia puede ser que no las entiendan o tal vez puedan pensar cómo o por que creemos lo que creemos. Por ejemplo: Una persona le cuenta que está pasando una situación en su matrimonio y le decimos: Tienes que confiar en Dios. El consejo es bueno y es el mejor consejo que se le puede dar. ¿Pero que significa esto para la persona? Para usted y para mi es lógico, pero para la persona no, y muchas veces eso los mantiene en incredulidad. MENSAJE El Dolor de la Decepción Cuando las personas viven o desarrollan una actitud de incredulidad no necesariamente es porque no crean; sino que prefieren no creer por el miedo de que algo no suceda como esperaban y sean decepcionados. En otras palabras prefieren no creer y luego tener que lidiar con la decepción. Porque eso hace la decepción; la decepción llega cuando no se cumplen nuestras expectativas o algo no sale como esperábamos. Para muchas personas es más fácil permanecer en su condición, que creer en algo que parece incierto; es más fácil resignarse en su condición y dolor que creer que algo puede cambiar y arriesgarse; porque si aparte del dolor que sienten atraviesan un proceso de decepción, entonces el dolor será más fuerte. Cuando lo que una persona está atravesando es duro y devastador como lo que vemos en Marcos 9: 14 – 29. Donde vemos a un padre con un hijo que estaba poseído por un espíritu maligno y estaba desesperado por su condición toma la decisión de buscar aquello que no conocía, toma la decisión de acudir a aquel en el cual aun no creía, porque este padre en realidad no tenía la certeza de que Jesús le ayudaría. Muchas personas viven así, queriendo ver un cambio en sus vidas, buscando la solución para su situación y condición y en la búsqueda de la sanidad de sus almas, del alivio para sus corazones, de la paz para sus vidas caen en graves confusiones que no producen ningún resultado productivo o efectivo. En los v. 17 – 18 este padre llegó al lugar donde pensaba que había una solución, pero recibió una gran decepción, porque el vino a los discípulos de Jesús con toda la esperanza de que algo sucediera, de encontrar la solución; pero ellos no pudieron hacer nada al respecto y él terminó con un gran grado de decepción. Muchas personas tienen esta idea, que cuando tienen una situación y vienen a Dios para encontrar una solución, Dios opera dentro del concepto de lo que ellos esperan y cuando no ven a Dios haciéndolo como esperan, se decepcionan. De Decepción a Desesperación El proceso de la decepción a la desesperación puede ocurrir cuando se tienen grandes expectativas sobre algo, pero en el proceso te das cuenta que las cosas no suceden como esperabas o como pensabas. La desesperación es la pérdida total de esperanza, es cuando las situaciones que enfrentamos son tan fuertes que ya no nos damos la oportunidad de considerar que podemos encontrar una salida para la situación o encontrar consuelo para el dolor. En la conversación de este padre con Jesús vemos el grado de desesperación que tenía ; nos dicen los v. 20 – 21 que cuando llevaron el muchacho a Jesús: ¨Cuando el espíritu maligno vio a Jesús, le causó una violenta convulsión al muchacho, quien cayó al piso retorciéndose y echando espuma por la boca¨. Aquí podemos ver que cuando el espíritu maligno vio a Jesús, buscó la forma de persuadirlo para que interviniera, en el momento que se vio de frente con Jesús le causó al joven una convulsión, lo retorció, se manifestó de una forma más violenta y esto provocó en el padre una mayor desesperación. Así mismo ocurre con algunas situaciones que enfrentamos en la vida; cuando tomamos pasos hacia la restauración, sanidad, libertad, etc. En ocasiones sucede que las cosas se ponen peor, se manifiestan de una forma más fuerte, se ponen más difíciles y esto puede provocar que nos desesperemos, nos puede llevar al punto donde creamos que no hay salida, que no hay solución y agotarse nuestra esperanza. Por eso es que vemos que el padre del muchacho en su desesperación le dice a Jesús en el v. 22 ¨…Ten misericordia de nosotros y ayúdanos si puedes¨. Esto es un grito de auxilio, pero de desesperación a la misma vez, esto es una combinación de frustración, cansancio, desesperación, dolor, angustia y un grado de esperanza; esto es un padre diciendo: Ya no se que hacer, ya no se a donde ir, ya no se que creer, pero mira mi desesperación, mira mi dolor y si puedes hacer algo, te ruego que lo hagas. Algunos de nosotros nos identificamos con esto, algunos de nosotros sabemos lo que es el sentirse tan afectado, tan desesperado, tan frustrado, tan cansado, tan angustiado que cuando nos dicen que Jesús es la solución, que en la oración está la solución, que en la Palabra está la solución, nos duele creer, nos duele confiar, nos duele esperar y más bien decimos cosas como: Ya no se ni que pensar; ya no se ni que creer, ya no se ni que esperar, ya no se que va a pasar. De Desesperación a Incredulidad Cuando este hombre dijo a Jesús ¨…ayúdanos si puedes¨. Jesús le contestó en el v. 23 ¨¿Cómo que si puedo? Todo es posible si uno cree¨; pero este hombre contesta con una declaración muy sincera, y nos dice el v. 24: ¨Al instante el padre clamó: Si creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad¨. La desesperación de este hombre se nota cuando la Biblia nos dice que el padre clamó, la palabra clamó que se utiliza aquí significa: un grito desesperado. Yo creo que el padre lo que estaba queriendo decir con esto era: Quiero creer, ayúdame a creer, ayúdame a desarrollar la habilidad de creer, se me dificulta creer cuando veo a mi hijo en esa condición; por lo general he creído, pero cuando lo veo en esa condición se me hace difícil creer, pero por favor ayúdame a superarlo. Luego de eso Jesús le ordenó al espíritu maligno que saliera de él; pero nos dice el v. 26 que en ese momento el espíritu le causó otra convulsión violenta al muchacho y salió de él. Pero cuando salió quedó como muerto y luego Jesús lo tomó de la mano y lo levantó. Hay ocasiones en que es difícil creer que habrá para nuestra situación una solución o una salida; pero cómo resolvemos esto? porque muchos nos identificamos con este papa. Creo que muchos de nosotros estamos atravesando alguna área de nuestra vida o hemos atravesado alguna área donde tendríamos que ser sinceros con Dios y decirle: en condiciones normales creo en ti, con todo mi corazón creo que tu existes, creo que tu me amas, creo que tu eres Dios, pero en este momento no se si me vas a liberar, a sanar, a bendecir, a restaurar y es así como se manifiesta la incredulidad en nuestras vidas y nuestros corazones. La mayor incredulidad que podemos atravesar no es el pensar si Dios puede hacer un milagro, sino el pensar si Dios hará el milagro en mi vida. CONCLUSION De Incredulidad a Alabanza Ahora ¿Qué podemos hacer cuando no podemos creer? ¿Cuándo nos duele tener que confiar en que Dios hará algo por nosotros? ¿Cuándo nos da miedo creer en un milagro? En ocasiones el problema es que vemos la situación tan grande, vemos la situación tan compleja y complicada que por más que queramos creer, se nos hace difícil hacerlo. Salmos 40: 1 – 3 dice: ¨Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor. 2 Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó. 3 Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el Señor.¨ El salmista dice que: No le quedó más remedio que tener paciencia en su proceso, tuvo que tener paciencia y esperar a que el Señor le ayudara. Dios si escuchó su clamor. Cuando Dios escuchó su clamor, lo primero que Dios hizo fue que lo sacó del lodo y el fango de la desesperación. Luego de eso lo afirmó. Mientras caminaba y tambaleaba, el Señor lo estabilizó. En el proceso en que Dios lo estabilizaba y lo sostenía Dios puso un cántico nuevo en su boca, no fue que el se lo inventó, sino que Dios lo puso. Muchos creyeron en el proceso de Dios en su vida. Muchas personas piensan que Dios está esperando a que lo impresionemos con nuestra fe; pero la realidad es que cuando el padre del muchacho vino a Jesús y le dijo que no encontraba cómo creer, Jesús no lo rechazó, sino que se encontró con él en su proceso y en su condición. Quisiera decir que todo el tiempo en los procesos de Dios en mi vida he creído o tenido fe, pero en ocasiones así como este padre se me ha dificultado creer, en ocasiones le he dicho a Dios: No se si lo vas a hacer y cuando eso ha sucedido, no sé cómo lo logré, no sé cómo llegué, pero lo que sé es que llegué y fue gracias a Él. Cuando he necesitado un milagro de parte de Dios y no se que hacer, también he visto a Dios como me ha tomado de la mano y me ha dirigió y he pasado todo el proceso del Salmo 40 donde en medio del dolor Dios toma mi mano y no me suelta y me sostiene hasta que me saca al otro lado. Es importante que entendamos que Él jamás nos ha dejado, que nunca nos ha abandonado y que no está esperando a que tengamos toda la fe del mundo, sino a que simplemente demos un paso, un paso de querer conocerlo, un paso de venir a Él. El papá del joven no estaba seguro que Jesús lo haría, pero eso no lo limitó de venir a Él y no fue decepcionado, sino que fue bendecido; no te limites tú tampoco de venir a Jesús; porque te prometo que no serás decepcionado. Muchos de los mejores momentos donde podremos ver a Dios moverse poderosamente en nuestras vidas son en esos momentos en que estamos pasando por una situación difícil, dura, trágica, dónde no nos queda más remedio que rendirnos a Jesús, postrarnos delante de Él y confesarle que lo necesitamos, porque no tenemos fuerzas y son esos momentos donde cuando producimos una alabanza desde nuestro corazón que podemos ver el respaldo, el consuelo y el amor de Dios manifestarse a nuestro favor. PALABRAS FINALES Debemos entender que: Jesús no hizo el milagro, aunque el padre del muchacho no creyó, sino que el padre le dijo: Ayúdame a superar mi incredulidad y Jesús lo ayudó a superarla Por eso en Mateo 17 los discípulos le preguntan a Jesús que porque ellos no pudieron liberar al muchacho y Jesús les dice en el v. 20: ̈Ustedes no tienen la fe suficiente—les dijo Jesús—. Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería imposible ̈ Tener fe como el grano de mostaza, no es lo que pensamos, la semilla de mostaza es muy pequeña, mide un promedio de 1 a 2 milímetros; pero dentro de esa semilla diminuta se encuentra encerrado un árbol de 20 pies. Lo que significa que dentro de la semilla, está encerrado todo el potencial de un gran y frondoso árbol. Dentro de nuestra limitada y pequeña fe se encuentra el potencial de ver cosas tan grandes que nosotros no tenemos ni idea que pudieran llegar a suceder.Por eso es que no te dejes llevar por lo que tus ojos ven, por lo que tus sentimientos te expresan, por lo que tu sentir te dice; sino que déjate llevar por lo que Dios te ha prometido, por el amor de Dios, porque cuando así lo hagas se activará el potencial del grano de mostaza que está dentro de ti y vivirás para declarar que: NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANO