Desiertos 9

El Desierto de una Madre

By Richard Martínez, Pastor Principal, May 09, 2021

INTRODUCCION

Cada uno de nosotros nacimos con un propósito y Dios le ha dado a las madres la comisión no solo de cargar o de dar a luz a un bebe,

sino que ellas llevan y guardan en su vientre vida, esperanza, sueños, destino y luego con dolor de parto traen al mundo no solo un bebe, sino un propósito;

para luego sustentarlo, protegerlo, cuidarlo, y sobre todo lo amarlo.

En este día queremos felicitar y agradecer a todas las madres; porque si hay un ser sobre la faz de la tierra que no se rinde en medio de sus más arduos, extensos, devastadores y difíciles desiertos, son ellas.

MENSAJE

El Dolor de una Madre en el Desierto.

En 2 Reyes 4: 1 – 7 vemos una madre determinada, una madre que decidió no rendirse, que supo creerle a Dios, que no estaba dispuesta a permitir que sus hijos fueran tomados como esclavos.

Esta madre cuando recibió la amenaza que sus dos hijos serían tomados como esclavos, ella no se dio el lujo de quedarse sin hacer nada, ella no se dio el lujo de solo lamentarse o deprimirse; sino que ella hizo todo lo que fuera necesario para librar a sus hijos de la desgracia que les esperaba.

Para la madre esto tuvo que haber sido una experiencia de desierto devastadora. El estar en una posición donde sabe el destino que le espera a sus hijos y sentir la impotencia de no poder hacer nada al respecto, sentir que aquellos a los que un día sostuvo en sus brazos con tantas esperanzas y sueños, ahora sufrirían una vida llena de devastación y dolor.

Algunas madres se pueden identificar con esta situación; dónde ven nacer con esperanza, proposito, sueños, y destino a sus hijos y luego ver cómo la sociedad, las situaciones, los problemas, las influencias o simplemente los desiertos de la vida vienen a arrebatarle aquello que un día llevaron en su vientre, aquello que un día tomaron en sus brazos y soñaron lo que sería su destino, aquello que han amado con todo su corazon y el ver que la vida viene a robarles el propósito, el destino y las esperanzas; es algo por lo cual una madre no está dispuesta a rendirse.

Por eso vemos que esta madre a pesar de lo devastador que fue esta amenaza, ella no estaba dispuesta a permitir que los sueños que portó dentro de ella, que el propósito por el cual dio a luz, fueran tomados como esclavos, sin ella hacer todo lo que fuera necesario para librarlos.

Proceso de la Madre en el Desierto.

En el proceso esta madre nos enseña lo que podemos hacer cuando una situación en nuestra familia se nos sale de las manos, cuando nuestra familia está enfrentando el desierto de la devastación y el dolor, cuando un hijo, un ser amado está siendo esclavo de su condición y se encuentra en medio del desierto.

1. No se Resigne a su Condición.

Lo primero que podemos ver es que esta madre reconocía la condición en la que se encontraba, reconocía el peligro y la devastación que le esperaba; el dolor que la acechaba; pero ella no se resignó a su condición.

Por lo general cualquier persona que haya quedado viuda y endeudada posiblemente se hubiera resignado a lamentarse, quejarse, renegar, pero esta madre, tomó la decisión de no permitir que su condición y su situación determinará su destino, sino que ella en vez de dejarse hundir por el dolor, decidió hacer algo al respecto.

Ella no sabía si el buscar a Eliseo funcionaria, pero lo que sabía era que no podía quedarse de brazos cruzados mientras la vida le robaba lo que más amaba y esto es lo que toda madre hace o debe aprender a hacer; no sabemos si la estrategia que tenemos delante de nosotros será la correcta, pero lo que si no puede suceder es que nos resignemos a nuestra condición.

2. Sepa a Quién Acudir y de Quién Depender.

Cuando ella se vio en medio de su condición devastadora ella no le contó su dolor a todo el que estuviera dispuesto a escuchar; sino que ella supo a quién acudir y por eso fue directamente al profeta Eliseo.

En esos tiempos el profeta era el portador de la voz de Dios, ellos eran como el recurso divino de parte de Dios. En este tiempo las madres también tienen que saber a quién acudir, de quién depender, a quién recurrir para buscar ayuda, el consuelo, la paz y la esperanza que necesitan.

Lamentaciones 2: 18 - 19 dice

¨¡Lloren a viva voz delante del Señor, oh murallas de la bella Jerusalén! Que sus lágrimas corran como un río, de día y de noche. No se den descanso; no les den alivio a sus ojos. Levántense durante la noche y clamen. Desahoguen el corazón como agua delante del Señor. Levanten a él sus manos en oración, y rueguen por sus hijos porque en cada calle desfallecen de hambre.

La Escritura de Lamentaciones no nos dice que no lloremos, no nos desesperemos, lo que nos dice es que no hay un mejor lugar para acudir, para llorar, para derramar nuestras lágrimas y encontrar consuelo que delante del Señor; no hay un mejor lugar para desahogar nuestros corazones, que en la presencia del Señor.

Cuando una madre o cualquiera de nosotros nos encontramos en un desierto, nada de lo que alguien haga por usted; ningún consuelo,

ningún apoyo humano producirá mayor consuelo, esperanza y fe que aquel que encontramos en la presencia del Señor.

3.Clame al Señor.

Cuando una madre está en su desierto, no le da vergüenza hacer lo que tengan que hacer por la vida de sus hijos y esto incluye el clamar.

Lamentaciones nos dice Levantense durante la noche y clamen y esta madre se presentó delante de Eliseo y clamó. Cuando la Biblia expresa” clamar o clamó¨; no se trata solo de gritar, ni del tono de voz al orar, sino que el clamar envuelve varios conceptos:

  • Rendirse y humillarse.

Por eso es que la persona que clama por lo general se postra, se rinde y no le pesa humillarse, porque sabe que con lo que está luchando es mayor y más fuerte que lo que puede soportar.

Por eso es que el clamar envuelve el humillarse y rendirse, porque reconocemos que estamos delante de la persona que tiene la solución a la condición.

  • Una súplica de piedad y compasión.

Clamamos porque estamos devastados, porque hemos perdido la esperanza, porque nos sentimos atrapados y cuando estamos en esa condición, clamamos por piedad y compasión. Clamamos porque reconocemos que tenemos una necesidad mayor e imposible para nosotros.

  • Impotencia.

Cuando clamamos es porque nos sentimos impotentes, porque hemos agotado nuestros recursos porque no sabemos que más hacer. La impotencia no debe llevarnos a renegar, a la depresión o a la resignación, sino que la impotencia debe llevarnos a clamar.

  • Desesperación.

Cuando clamamos a Dios no solo hemos agotado nuestros recursos, sino que clamamos porque estamos desesperados por una intervención divina urgente; porque reconocemos que el tiempo no está de nuestro lado, pero nuestro Dios si lo esta.

  • Fe y dependencia en Dios.

Cuando clamamos estamos desesperados, angustiados, impotentes y en ocasiones nuestra fe ha menguado; pero el clamor nos lleva a crear esa urgencia, esa necesidad y dependencia por la presencia de Dios. Clamamos porque aunque posiblemente no se haya resuelto nuestra situación, reconocemos que necesitamos urgentemente que su presencia nos de paz, consuelo y fortaleza en medio de nuestra condición. Esto fue lo que esta madre hizo, esta madre no se rindió, ni se resignó, sino que clamó.

4. Obedeció.

Aún cuando las instrucciones que le dio Eliseo, parecían absurdas e inefectivas, esta madre decidió obedecer, aunque parecía loco lo que el profeta le estaba ordenando que hiciera.

Cuando Dios nos da instrucciones en nuestros desiertos en ocasiones parecerán absurdas, parecerán ridículas, parecerán que no hacen sentido; pero cuando estamos en los desiertos de nuestras vidas y no sabemos que hacer, lo que nos toca hacer es simplemente obedecer; obedecer lo que nos dice la Palabra, obedecer lo que Dios nos ordena, simplemente obedecer.

Si quiere ver un mover de Dios diferente en la vida de sus hijos muéstrele lo que es vivir una vida de obediencia, de entrega, devoción y servicio a Dios. Solo obedezca a Dios aunque le duela.

La Biblia nos enseña que mientras esta madre seguía obedeciendo y mostrando obediencia a sus hijos de las instrucciones recibidas; el aceite no se detenía, ellos seguían encontrando la forma de animarse, seguían buscando la manera de no rendirse y seguían obedeciendo y mientras seguían obedeciendo el aceite seguía fluyendo.

Así mismo con nosotros, sigamos obedeciendo a Dios, porque seamos obedientes, el aceite de la unción, de fe, de paz, de gozo, de esperanza, de confianza, de alabanza, de bendición seguirá fluyendo, por eso aunque no este viendo lo que está esperando; sigue obedeciendo.

CONCLUSION

Cuando esta madre regresó donde Eliseo, no fue a reclamar, no fue a pedir, ni a suplicar, sino a dar testimonio y contar la victoria de lo que Dios había hecho, Eliseo le dijo una palabra maravillosa, le declaró en el v. 7

¨Ahora vende el aceite de oliva y paga tus deudas; tú y tus hijos pueden vivir de lo que sobre¨.

Esta madre y sus hijos no solo fueron rescatados de su desierto, sino que vivieron en paz, en bendición y abundancia toda su vida y ese es el testimonio que yo creo que toda madre un día podrá dar, de como Dios ha sido bueno, de como Dios les fortaleció, les consoló, les contestó, les salvó, les sanó.

Ella dependía de Dios en todo, ella:

  1. No se resignó en su condición presente.
  2. Acudió a Dios por medio de Eliseo a Dios.
  3. Clamó a Dios.
  4. Obedeció a Dios; todo lo que hizo se encontraba en Dios.

Si queremos todos ver un verdadero cambio en la vida, debemos comenzar por venir a Cristo. Es ahí donde comienza todo, entregándole la vida a Cristo Jesus; para que dependamos de Él, para que confiemos en El y recibamos su fortaleza.

La Biblia no nos enseña cuánto tiempo esta madre estuvo bajo la amenaza de que sus hijos fueran vendidos como esclavos, la Biblia no nos revela, cuánto tiempo llevaba desde que su esposo había muerto, la Biblia no nos revela cuánto tiempo esta madre sufrió, no nos revela cuántas lágrimas derramó, no nos revela cuántas noches pasó sin dormir, cuánto miedo tuvo, cuán profundo fue su desesperación y depresión; no sabemos si fueron días, semanas, meses, años.

Lo que sí sabemos es que esta madre no se rindió, esta madre perseveró y rescató a sus hijos, porque eso es lo que hace una madre en el desierto, no se rinde porque ha puesto toda su confianza en Dios.

Dios ha dotado a las madres con todo los recursos, fortaleza, capacidad, armas, con las herramientas para luchar, para sacar a sus hijos adelante, para clamar por ellos. Puede ser que se sienta que no puede más, que se sienta desmayar, que se sienta que todo va de mal en peor; pero aun a pesar de eso no se rinda.

Recuerda lo que Lamentaciones 2: 18 - 19 dice:

Lloren a viva voz delante del Señor, oh murallas de la bella Jerusalén! Que sus lágrimas corran como un río, de día y de noche. No se den descanso; no les den alivio a sus ojos. Levántense durante la noche y clamen. Desahoguen el corazón como agua delante del Señor.

Levanten a él sus manos en oración, y rueguen por sus hijos porque en cada calle desfallecen de hambre. Es impresionante lo que sucede cuando ponemos toda nuestra confianza y nuestra esperanza en Dios, por eso mamá, no te rindas, ama al Señor, pon tu esperanza en el Señor y tú, tus hijos y toda tu familia vivirán para declarar que:

NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANO