INTRODUCCION El mensaje del día de hoy es un mensaje de Esperanza, de Fe y de Amor de parte de Dios, un mensaje que no excluye a nadie, más bien nos incluye a todos. Para tratar de responder a la pregunta que le da título a este mensaje ¿Qué sentido tienen las pruebas y las consecuencias?, debemos comenzar primero dando respuesta a qué son las consecuencias y qué son las pruebas. Tanto las consecuencias como las pruebas son eventos en nuestra vida que nos causan dolor, la consecuencia por un lado nos afecta la conciencia; es decir trae condenación, trae culpa, crea ataduras y nos mantiene oprimidos, pero la prueba nos mantiene con la esperanza de que Dios producirá algo mayor y mejor a través de esta situación. MENSAJE LAS CONSECUENCIAS Las consecuencias son aquellas cosas que vienen como resultado de nuestras malas decisiones. Si decimos que ambas producen dolor, le podemos añadir más dolor y peso de conciencia al saber que lo que estamos enfrentando es el resultado de nuestras propias decisiones y eso es algo devastador y difícil de manejar. Las consecuencias se producen por vivir una vida que no está siendo dirigida por Dios y por no conocer a Dios, la cual nos puede llevar a un mayor nivel de separación, rebelión o indiferencia hacia Él Si no creamos cambios en nuestra vida y seguimos con las mismas actitudes, cometiendo el mismo error vez tras vez, crearemos un patrón en nuestras actitudes que nos pueden llevar a vivir así por el resto de nuestra vida. Un resultado que solo reflejará lo peor de nosotros y producirá también lo peor de nosotros. Las consecuencias son producto de nuestra desobediencia, de nuestro pecado o de nuestra rebelión hacia Dios y no podemos tomar esa conducta a la ligera, porque el resultado de una consecuencia es devastador. Sin embargo, debemos tener cuidado cuando el sufrimiento que experimentamos es el resultado de nuestra propia maldad. 1 Pedro 4:15 dice “Sin embargo, si sufren, que no sea por matar, robar, causar problemas o entrometerse en asuntos ajenos”. Dios perdonará estos pecados, si nos arrepentimos, porque el castigo eterno para ellos ha sido pagado por el sacrificio de Cristo en la Cruz. Sin embargo, todavía tenemos que sufrir en esta vida las consecuencias naturales por nuestros pecados y malas decisiones. Pero Dios en su gran amor, usa incluso esos sufrimientos para moldearnos, formarnos para sus propósitos y nuestro bien, cuando reconocemos nuestras malas decisiones le pedimos perdón y nos arrepentimos. LAS PRUEBAS Una de las cosas que más nos cuesta procesar como Cristianos, es el hecho de que ser un discípulo de Cristo no nos hace inmunes a las pruebas y a las tribulaciones. Y aunque ya hemos hablado mucho sobre esto y hemos aprendido mucho también sobre el tema, no podemos evitar hacer preguntas como; ¿Por qué un Dios bueno y amoroso nos permitiría pasar por cosas como la muerte de un niño, enfermedades, daños a nosotros mismos y nuestros seres queridos, dificultades financieras, situaciones en el matrimonio, un divorcio, preocupación, temor, etc.? También en algunos momentos del proceso de nuestra vida sea cual sea, pueden venir a nuestra mente razonamientos como : “si Dios nos amara, quitaría todas estas cosas de nosotros para que nuestras vidas sean fáciles y cómodas”, pero no es así. La Biblia nos enseña claramente que Dios ama a aquellos que son sus hijos, Romanos 8:28 “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.” Como lo vimos la semana pasada, eso significa que las pruebas y aun el sufrimiento que Dios permite en nuestras vidas, son parte de esas cosas que nos ayudan a bien. Por lo tanto; para el creyente todas las pruebas deben tener un propósito más grande. El propósito de que TODAS las cosas cooperen en nosotros es para que al final seamos transformados más y más a la imagen de Cristo, como lo dice: Romanos 8:29 “Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor entre muchos hermanos”. Esta es la meta del cristiano, y todo lo que pasamos en la vida, incluyendo las pruebas y tribulaciones, todo está diseñado para permitirnos alcanzar esa meta. Las pruebas también son parte del proceso de crecimiento como hijos de Dios, donde al ir siendo procesados, vamos siendo apartados para sus propósitos y equipados para que a través de nuestra vida le demos gloria a Él. La Biblia nos explica cómo se logra esto, 1 Pedro 1:6-7: “Así que alégrense de verdad. Les espera una alegría inmensa, aunque tienen que soportar muchas pruebas por un tiempo breve. 7 Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo.” La fe se fortalece mediante las pruebas que experimentamos para que podamos descansar en el conocimiento que vamos adquiriendo de Cristo, para seguir creyendo que es real y que su amor por nosotros va a durar para siempre. Las pruebas también desarrollan nuestro carácter, Romanos 5:3-5 “También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. 4 Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación. 5 Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor” La prueba nos llevará a una mayor devoción, la prueba nos llevará a un mayor nivel de gozo, de esperanza y de fe, creando un mayor nivel de relación con Dios, produciendo en nosotros todo aquello que nos acerca más a Él. Jesucristo es el ejemplo perfecto de cómo procesar las pruebas. Romanos 5:8 “pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores”. Aquí se revelan aspectos de su propósito divino tanto para las pruebas y tribulaciones de Jesucristo como para las nuestras. Porque nos modeló como hacer discípulos, cómo hacerlo en amor, paciencia, compasión, comprensión, y en relación, todo esto aunque era su propósito fue una prueba para él y lo es también para nosotros; sus pruebas y su victoria en medio de ellas nos revelan su carácter para enfrentarlas. Por eso nos dice Filipenses 4: 13 “Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.” Es solo a través de CRISTO que podemos tener la victoria en medio de las pruebas. Aunque estamos en una batalla espiritual, Satanás no tiene autoridad sobre el creyente en Cristo. Dios nos ha dado Su Palabra para guiarnos, Su Espíritu Santo para fortalecernos, y el privilegio de venir a Él en cualquier lugar y en cualquier momento y a orar por todo. LAS PRUEBAS ¿CÓMO LAS IDENTIFICO? La única manera en que podemos desarrollar la capacidad de identificar cuando el sufrimiento es una prueba, es cuando tenemos una relación continua con Dios, donde lo conocemos, conocemos los procesos, las temporadas y tenemos la convicción de que Dios se glorifica en todo lo que suceda alrededor de nuestra vida. Lucas 22:31-32 »Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo; 32 pero yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle, de modo que cuando te arrepientas y vuelvas a mí fortalezcas a tus hermanos».33 Pedro dijo:—Señor, estoy dispuesto a ir a prisión contigo y aun a morir contigo. 34 Jesús le respondió:—Pedro, déjame decirte algo. Mañana por la mañana, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces. Jesús ya sabía sobre la negación de Pedro y se lo advierte, pero aun así Pedro lo niega. El remordimiento y el dolor de Pedro una vez que niega a Jesus lo podemos apreciar en Mateo 26: 74 “Pedro juró:—¡Que me caiga una maldición si les miento! ¡No conozco al hombre! Inmediatamente, el gallo cantó. 75 De repente, las palabras de Jesús pasaron rápidamente por la mente de Pedro: «Antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces». Y Pedro salió llorando amargamente.” Aún en la prueba podemos fallar, aunque tengamos una relación con Dios podemos cometer errores, pero de nosotros y solo de nosotros depende si regresamos al padre o no. En Juan 21 vemos cómo Jesús después de haber resucitado se le apareció en la playa a los discípulos y entre ellos estaba Pedro, después que que les da las instrucciones nuevamente para que tiren la red hacia donde él esta, les dice, en el verso 7 “Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se puso la túnica (porque se la había quitado para trabajar), se tiró al agua y se dirigió hacia la orilla.” Y cuando llega ahí, ve a su maestro y el dolor que sentía como consecuencia de haberlo negado tal vez lo hacía sentir vergüenza, tal vez se sentía morir, pero fué y estuvo con Jesus y tuvo una conversación con él y fue restaurado. A muchos les ha sido impuesta una prueba, su fe ha sido puesta a prueba y tal vez como Pedro se han ido por un tiempo, se han alejado; conocían de Dios, habían tenido una relación con él, pero algo pasó, algo salió mal y se alejaron. Pero hoy al saber que nuestro maestro estaría aquí, al igual que Pedro decidieron venir y aunque no saben tal vez como comenzar esa conversación con él, él está aquí para escucharte, para amarte, para restaurarte, para levantarte y para que continúes adelante con él. LAS CONSECUENCIAS Cuando el sufrimiento que estamos atravesando es una consecuencia, el dolor que se puede llegar a experimentar en medio de esa situación, será mayor de lo que tan siquiera pudiéramos considerar. La Biblia nos presenta un cuadro de consecuencias que agregan dolor y sufrimiento adicional a la mala toma de decisiones, en Juan 13:21-26 Jesús predice su traición. “21 Entonces Jesús, muy angustiado, exclamó: «Les digo la verdad, ¡uno de ustedes va a traicionarme!». 22 Los discípulos se miraron unos a otros sin saber a cuál se refería Jesús. 23 El discípulo a quien Jesús amaba estaba sentado a la mesa a su lado.[g] 24 Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a quién se refería. 25 Entonces, ese discípulo se inclinó hacia Jesús y le preguntó:—Señor, ¿quién es? 26 Jesús le contestó: —Es aquel a quien le doy el pan que mojo en el plato” Quiero explicarle lo que significaba mojar el pan en el vino y dárselo a alguien durante la cena según la tradición judía: esto era una señal de mucho respeto, era una muestra de humildad del anfitrión a sus invitados, era Jesús diciéndole a Judas; Judas, sé que me vas a traicionar pero mi amor por ti es tan grande que quiero darte la última oportunidad para que veas cuanto te amo, te doy este pan aunque para muchos representaría un error darte este privilegio o consideración a quien te va a traicionar, a quien se puede considerar tu peor enemigo; pero Judas, yo no soy esos muchos que piensan así, yo soy Jesus, tu Señor, tu salvador y te amo. Jesús hacía todo esto aunque Judas ya había resuelto entregarlo, ya había cerrado el trato, posiblemente ya traía el pago en su bolsillo, pero aun así, Jesús viene y le da esta muestra de amor. Judas tomó su decisión, lo traiciono; porque fue traición igual a la de Pedro, pero si Judas no se hubiera ido a suicidar despues de esto, estoy seguro que Jesús lo hubiera buscado igual que buscó a Pedro y le hubiera dicho; Judas te amo y te perdono, pero Judas tomó su decisión y sus consecuencias fueron fatalmente eternas. CONCLUSION Tanto la prueba como la consecuencia se definen en una sola cosa, ambas nos llevan al mismo lugar, a la misma decisión; a JESÚS. Él es el único camino, no hay dos. Si está en una prueba, hoy ya sabe que hay una razón y un propósito, y esa razón es que usted sea fortalecido, que su Fe sea afirmada y que entienda que al final de la prueba hay un propósito mayor, como lo fue con Jesus, por él estamos aquí. Como lo fue también con Pedro, que después de su prueba Jesús lo afirmó para dirigir la iglesia primitiva. La propuesta para ambas es la misma; ir a Jesús, refugiarnos en él, escondernos en él, abrazarlo a él, Jesus es nuestra única esperanza. Romanos 8: 35-39 nos dice “¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte? 36 (Como dicen las Escrituras: «Por tu causa nos matan cada día; nos tratan como a ovejas en el matadero». 37 Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó. 38 Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. 39 Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.” Ambas, la prueba y las consecuencias al final tienen el mismo propósito, llevarnos a experimentar un encuentro con la maravillosa misericordia de Dios, con su amor inagotable, con su paciencia incomprensible, con ese abrazo que no nos juzga, sino que nos perdona cuando nos arrepentimos de corazón y nos da la fuerza para levantarnos cada día para seguir declarando que . . . NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISITANO