INTRODUCCION Hay personas que cuando se sienten enfermas prefieren no ir al médico por miedo a que les digan que tienen una enfermedad grave, como si el no ir la evitara. Hay otras áreas de nuestras vidas que no podemos ignorar y que no sanarán solas por más que las ignoremos; al contrario, empeorarán. Por eso en este día quiero hablar de la importancia que tiene el analizar nuestros corazones. MENSAJE La Importancia De Analizar El Corazón La Biblia dice en Jeremías 17: 10: “Pero yo, el Señor, investigo todos los corazones y examino las intenciones secretas. A todos les doy la debida recompensa, según lo merecen sus acciones”. En este versículo se nos dice que Dios sí investiga; esta palabra investiga aquí es hoqer que significa: analizar detalladamente con el fin de descubrir características esenciales y luego nos dice que cuando Dios hace ese análisis detallado es que da la debida recompensa según lo que merecemos. Lo que significa que mientras nosotros podemos pensar que merecemos más de parte de Dios, porque mostramos el área superficial de nuestra vida y corazón, Dios ve las áreas más profundas que no permitimos que nadie más pueda ver y es conforme a eso que nos recompensa. Por eso es importante que tomemos tiempo para analizar nuestro corazón, para examinar qué hay verdaderamente en él, porque de no hacerlo podemos estar engañándonos a nosotros mismos; ya que Dios no se fija en lo que se fijan los demás, Dios examina el corazón. Por ejemplo, cuando leemos el Salmo 73 nos damos cuenta que el salmista comienza expresando en el 1: En verdad Dios es bueno con Israel, pero cuando se lee completo podemos darnos cuenta que el salmista hace esta declaración porque pasó por uno de los procesos más difíciles de su vida, en donde estuvo a punto de perder su relación con Dios o su enfoque en el amor de Dios y todo esto comenzó por lo que dice el v. 3 dónde expresa que la razón por la que entró en ese grado de confusión con Dios es: “porque envidiaba a los orgullosos cuando los veía prosperar a pesar de su maldad”. El salmista decía; por poco pierdo mi devoción, por poco pierdo mi amor por Dios, por poco pierdo mi relación con Dios, y todo porque envidiaba a los orgullosos y veía que aunque sus corazones estaban llenos de maldad, ellos prosperaban y parecía que vivían sin problemas, que tenían un cuerpo sano y fuerte, así como dice en los v. 4-5. Luego en los versículos siguientes dice: inclusive ellos no tienen dificultades como otras personas, no están tan llenos de problemas como nosotros, son tan orgullosos y llevan piedras preciosas y se visten de crueldad. Todo esto fue llevando al salmista a enfocarse en lo que otra persona tenía, en lo que otra persona estaba atravesando o viviendo y se veía a sí mismo como: pobrecito de mí, mira mi dolor, ¿por qué estoy sufriendo? ¿Por qué esto me pasa a mí?, mira a ese malvado, miralo cómo está viviendo y mírame a mí. Recuerdo una vez que fui a un lugar porque alguien iba a anunciar que tendría un bebe y cuando lo anunció, minutos más tarde un familiar hizo un anuncio mayor y esto afectó a la persona que estaba embarazada. Cuando hable con la persona le pregunté: ¿El que esta persona haya hecho ese anuncio a la vez que el tuyo, te limitará a ti de que vayas a tener un bebe? Ella contestó: No, y le dije: entonces ¿cuál es el problema? ¿Por qué dos personas no pueden tener dos grandes noticias en un mismo día? ¿Por qué no gozarte con la alegría de esa persona?. ¿Qué fue lo que le dolió a esta persona?, que le robaron el sentido de ser superior, le robaron la habilidad de ser el centro de atención y eso la llevó a desenfocarse de la bendición de Dios en su vida y a perder el gozo por fijarse en lo que estaba fuera de ella y no dentro de ella; pero lo peor fue que se resintió y dejó de disfrutar la bendición de la que hacía un momento atrás estaba celebrando. La mayor lucha que los cristianos tienen con la fe no es si Dios existe o no. La mayor lucha que los cristianos tienen con la fe, tiene que ver con envidiar al mundo; envidian el querer vivir como vive el mundo, con los placeres del mundo, con la vida del mundo, disfrutando como el mundo, porque cuando se comparan con ellos sienten que les falta algo y eso los llena de envidia y de un resentimiento silencioso, no contra el mundo, sino contra Dios. Es como cuando alguien le dice : Va para la iglesia? Usted se la pasa metido en la iglesia, No; hay que disfrutar la vida. Y usted piensa: Es verdad. Es cierto que Cristo me amó tanto que murió en la cruz del Calvario por mí, es cierto que soy salvo solo por gracia, es cierto que cuando estoy en la casa del Señor disfruto de una paz, un gozo y de una presencia que nada en el mundo es comparable a ello, es cierto que me ha restaurado, transformado, es cierto que soy más que bendecido, es cierto que vivo una vida que no merezco, es cierto que si estoy de pie es gracias a Él. Pero…. también quisiera vivir como viven los del mundo. Cuando nos comparamos, invalidamos todo lo maravilloso que poseemos y comenzamos a anhelar lo que no tiene sentido, ni llena nuestras vidas. Si no analizamos nuestro corazón siempre estaremos mirando hacia fuera, cuando el problema no está fuera de nosotros, sino dentro de nosotros. El Poder Del Análisis Del Corazón El Salmista expresaba su enojo contra las personas, pero su verdadero enojo era contra Dios, porque cuando analizaba cómo vivían los impíos los envidiaba, deseaba lo que ellos tenían, quería vivir como ellos vivían, pero como Dios estaba de por medio se veía limitado. Inclusive, él dice en los v. 10 - 14 que esa era la razón por la que la gente se desanimaba y confundía, al punto tal que el expresa en el 13: “¿Conservé mí corazón puro en vano? ¿Me mantuve en inocencia sin ninguna razón? “. Podemos ver claramente aquí lo que ese sentimiento creo en él, como ahora comenzó a cuestionar su posición con Dios, como comenzó a cuestionar su entrega, devoción y amor por Dios. Al grado que en el 16 él dice: “yo traté de entender porque los malvados prosperan, pero qué tarea tan difícil”. Como diciendo: cuando traté de entender el hecho de que yo amo y sirvo a Dios y a pesar de eso estaba pasando un proceso de sufrimiento y las personas que rechazan a Dios estaban prosperando, trate de razonar eso, traté de encontrarle lógica, traté de encontrarle sentido pero no pude. Cuando leemos los v. 16 - 20 a simple vista pareciera que el salmista ya había entendido, pero son peligrosos esos versículos porque ahora él vio el otro lado de la envidia y la comparación; el primer lado de la envidia y la comparación es que nos hace sentir menos que los demás, y el segundo lado de la envidia y la comparación es que nos lleva a sentirnos superiores, y ambas áreas nos limitan de disfrutar de lo mejor de Dios para nuestras vidas. Pero cuando examinó su propio corazón estando en el santuario, delante de la presencia de Dios fue que se percató de que lo más feo, lo más horrible, lo más vil, lo más malvado, lo más sucio, lo más tenebroso, no estaba fuera de él, no estaba alrededor de él, no estaba delante de él, sino que estaba dentro de él; porque fue ahí que se dio cuenta de lo dañado que estaba su propio corazón. Y por eso es que el dice en el 21: Entonces me di cuenta de que mi corazón se llenó de amargura, y yo estaba destrozado por dentro. Creo que todos hemos pasado por procesos así, donde nuestros corazones se han llenado de amargura, procesos en los que estamos destrozados por dentro, procesos que nos han dañado, nos han herido, procesos de situaciones injustas que hemos atravesado en el pasado, pérdidas dolorosas que hemos sufrido y nos resentimos, nos amargamos, nos destrozan por dentro y hemos aprendido a sobrevivir pero no a vivir, hemos aprendido a sobrellevar nuestra vida, pero no a tener control de ella. Nos enojamos con Dios, pero no nos atrevemos a aceptarlo y mientras más tiempo pasa, más nos amargamos, más nos destrozamos, más envidia sentimos y más frágil se hace nuestra fe y nuestra devoción. Esto es importante entenderlo porque muchas personas no se percatan de que la amargura en nuestros corazones nos lleva a tomar decisiones que terminan afectando a los que nos rodean, terminan contaminando a los que amamos, terminan perjudicando nuestras vidas y destino. Cuando el salmista se encontró en la presencia de Dios, en el santuario de Dios, lo que Dios hizo no fue mostrarle que destruiría a los impíos, que condenaría a los impíos, sino que lo que Dios hizo fue que lo llevó a analizar su propio corazón, para que se percatara de lo afectado que estaba. El que una persona tenga más que usted, sepa más que usted, logre más que usted, alcance más, viva mejor, se vea mejor, tenga más sabiduría, tenga más dinero, tenga una mejor casa, tenga un mejor matrimonio, tenga mejores hijos, tenga un mejor ministerio, nada de eso limitará a Dios de darle lo mejor de Él, pero si lo limitará a usted de poder recibirlo, apreciarlo, honrarlo, servirle, glorificarlo, amarlo, porque la amargura que existe ha destrozado su corazón, al punto tal que lo lleva a comparar su vida con la vida de los demás, a vivir en la envidia y a cegarse. Por eso es que en el proceso él dijo, 22: “Fui tan necio e ignorante; debo haberte parecido un animal sin entendimiento”. Cuando él analizó su corazón y se dio cuenta de lo dañado que estaba, se sintió tan avergonzado que se sintió como un animal sin entendimiento, pero todo esto fue producto del dolor y la amargura, producto de un corazón que había sido destrozado. Cuando nosotros hablamos de las personas, nos burlamos, criticamos, juzgamos, traicionamos, chismeamos, envidiamos, les deseamos el mal; todas estas actitudes desagradables lo que están rebelando es que tenemos un corazón lleno de amargura y que estamos destrozados por dentro, inclusive, hay muchas personas aún en ese tiempo que la limitación que tienen contra Dios es un corazón lleno de amargura y un alma destrozada. CONCLUSION ¿Cómo reacciona Dios cuando reconocemos lo que somos y como estamos? ¿Cómo vemos a Dios que reacciona ante la maldad que identifica en nuestros corazones? El salmista nos revela cómo reacciona Dios y nos dice en los 23 - 25: “Sin embargo, todavía te pertenezco; me tomas de la mano derecha. 24 Me guías con tu consejo y me conduces a un destino glorioso. 25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te deseo más que cualquier cosa en la tierra.” La manera en la que Dios reacciona cuando nos damos cuenta de lo dañado de nuestros corazones es con el más óptimo e impresionante amor, porque Dios reconoce que lo que tenemos dentro de nosotros es producto del daño que hemos vivido y el salmista explica que a pesar de que su corazón estaba lleno de una de las peores actitudes, cuando reconoció lo dañado de su corazón y la inhabilidad de poder sanar solo; Dios le demostró que a pesar de todo él le pertenecía, Dios lo tomó de su mano derecha, lo guió con su consejo, le mostró un destino glorioso y le demostró que nunca lo había dejado y nunca lo dejaría. Aquí podemos ver cómo que el enfoque del salmista ahora no fue lo que otros tenían o cómo vivían, sino que su enfoque era Dios, que pasara lo que pasara, viniera lo que viniera, él se mantendría firme porque Dios había sanado su corazón y era quien le daba la fuerza para seguir. Es muy posible que lo que este limitando hoy a algunas personas de poder disfrutar lo mejor de Dios esté ligado y atado a alguna experiencia en la que fueron heridos, lastimados, y esa experiencia fue tan dolorosa que llenó sus corazones de amargura y sus almas se destrozaron y ahora la forma en cómo ven la vida, cómo ven a Dios, como ven a los demás es por medio del filtro del dolor que les amargó y les dañó. Por eso, examine si su corazón está dañado, si está lleno de dolor y amargura, si su alma está destrozada y si está dispuesto a reconocerlo, puede comenzar ese proceso de sanidad, de libertad, de bendición, de salvación, tan sólo necesita ir a Cristo. Examine si hay algo en su corazón que lo está llevando a tener actitudes y comportamientos que están limitando a Dios, seamos sinceros; el salmista era un siervo de Dios, pero estaba amargado. Examine si hay amargura en su corazón, porque posiblemente atravesó una situación en la que sintió que Dios no obró, que Dios no le contestó, que Dios no le ayudó. Es mejor ser sinceros con Dios y así como el salmista ir delante de Él, confesar lo que sentimos, sacar lo que sea que tengamos en el corazón; si lo hacemos, si lo ponemos delante de Dios, podremos ser sanados y restaurados por Él; podremos decir cómo el salmista dijo en el 26: Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre. Cuando analizamos nuestros corazones y confesamos nuestros pecados delante de Dios y nos arrepentimos no habrá nada que nos limite de vivir declarando que: NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANO