Marcados 11

Marcados Por El Clamor

By Richard Martínez, Pastor Principal, January 16, 2022

INTRODUCCION

La indiferencia que existe actualmente en el pueblo de Dios, está llevando a las personas a ignorar la necesidad y dependencia que tenemos de Él, y eso es peligroso, porque si las personas se siguen apartando de Dios o recurriendo a él solo en ciertos ocasiones, no encontraremos como ir a Él en los momentos de aflicción, que en algún momento dado nos llegaran a todos.

Es importante que todos entendamos que es mucho más fácil perder a Cristo que encontrarlo, como sucedió con María y Jose. En Lucas 2: 41 - 46 leemos que Jose y María lo perdieron por un día, pero tardaron 3 días para poder encontrarlo.

Así mismo nos puede pasar a nosotros, si nos quedamos confiados y cómodos; sino mantenemos una relación cercana con Dios sino que lo convertirnos en parte de nuestra agenda, cuando lleguen entonces los momentos de desesperación en nuestras vidas, no sabremos cómo buscarlo hasta encontrarlo.

MENSAJE

El Dolor Del Clamor

Creo que la mayoría de nosotros hemos atravesado un momento de incertidumbre, de dolor o de angustia, donde uno siente como una fuerte necesidad de gritar; hemos atravesado situaciones donde estamos tan desesperados por alivio y no sabemos como reaccionar ni cómo calmar el dolor.

Por ejemplo, yo lo he atravesado en varias temporadas de mí vida; lo atravesé cuando pensamos que mí hijo Jose moriría y había momentos tan desesperantes que yo me encerraba en el closet a gritar, sin saber qué decir o como orar, solo gritaba; también cuando mí esposa y yo atravesamos nuestra crisis matrimonial, en ocasiones yo me iba al carro y solo comenzaba a gritar y a llorar.

Dicen los científicos que cuando una persona está atravesando un momento de peligro, las personas gritan como un mecanismo de defensa que los lleva a estar alerta; pero también que despierta el cerebro a buscar una estrategia o lleva a la persona a desarrollar valentía. Del mismo modo cuando una persona escucha una mala noticia o está acumulando un sin número de eventos traumáticos, preocupantes o dolorosos el gritar es como un mecanismo de defensa que despierta el cerebro a no quedarse estático sino a buscar estrategias y soluciones.

Es ahí donde el clamor cobra sentido; porque el clamar a Dios no es algo que hacemos regularmente, pero hay ocasiones en que lo que estamos atravesando no nos hace lógica, que lo que estamos atravesando es mucho más fuerte que lo que podemos soportar, que lo que estamos atravesando nos lleva a rendirnos, a quedarnos de brazos caídos; pero es en esos momentos que tenemos que clamar a Dios de forma tal que se despierte nuestro espíritu y busquemos en Dios la estrategia y soluciones que necesitamos para nuestra situación, pero también para encontrar paz en nuestra alma.

El Salmista en el

Salmo 18: 1 - 6 dijo: “Te amo, Señor; tú eres mi fuerza. 2 El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro. 3 Clamé al Señor, quien es digno de alabanza, y me salvó de mis enemigos. 4 Me enredaron las cuerdas de la muerte; me arrasó una inundación devastadora. 5 La tumba me envolvió con sus cuerdas; la muerte me tendió una trampa en el camino. 6 Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos.”

Él se encontraba en un proceso de profunda aflicción, y como su aflicción y su necesidad eran tan profundas, él reconoció que el único que era capaz de darle la fortaleza, el único que podía protegerlo, el único que podía librarlo era el Señor. El estar en una profunda angustia y desesperación hizo que recurriera al clamor y en el proceso el salmista expresa que Dios escuchó ese clamor, y también le dio la paz que necesitaba su alma.

El Clamor De Una Madre

Muchas personas malinterpretan lo que significa el clamor a Dios, porque piensan que el clamar a Dios significa rebajarse, pero el clamar es más que eso; es el reconocer nuestra inhabilidad en alguna situación o condición y la capacidad de Dios de intervenir y prevalecer sobre esa situación, también cuando clamamos, estamos poniéndonos en una posición de dependencia total de Dios porque reconocemos que solo Él puede hacer aquello por lo cuál estamos clamando.

La Biblia nos enseña que cuando una persona está en gran aflicción o angustia y clama a Dios, su clamor envuelve varios ingredientes:

  1. Humildad.
  2. Sometimiento a Dios.
  3. Rogar por misericordia.
  4. Reconocimiento de nuestra inhabilidad.
  5. Nuestra Fe en Dios.
  6. Nuestra desesperación por un milagro.
  7. Una dependencia absoluta de Dios. Esto es lo que vemos en Mateo 15: 21 - 28 y Marcos 7: 24 - 30 y analizaremos esta Escritura de forma paralela.

Vemos a una mujer que tenía una necesidad que le había producido una gran aflicción, dice

Mateo 15: 22 que “su hija estaba poseída por un demonio que la atormentaba terriblemente.”

No era que la hija estaba en rebelión, no era que su hija estaba portándose mal, sino que su hija, la cuál ella dio a luz, en la cuál ella tenía muchas esperanzas, se encontraba en una condición en la cuál no tenía control de sí misma, no tenía la habilidad de poder hacer las cosas bien, no tenía la forma de tener una vida normal, porque el ser más despreciable, malvado, horrible que existe tenía el control total de su vida y esto era desesperante para esta madre.

Por eso es que vemos que en

Marcos 7: 24 - 26 dice: “Luego Jesús salió de Galilea y se dirigió al norte, a la región de Tiro. No quería que nadie supiera en qué casa se hospedaba, pero no pudo ocultarlo. 25 Enseguida una mujer que había oído de él se acercó y cayó a sus pies. Su hijita estaba poseída por un espíritu maligno, 26 y ella le suplicó que expulsara al demonio de su hija.”

Mientras Jesús quería ocultarse para descansar; había una madre que no se lo permitiría, una madre que había escuchado hablar de él y que al parecer estaba esperando la oportunidad para buscarlo y provocar que hiciera algo por su hija, y cuando encontró la oportunidad, ella fue y se tiró a sus pies y le suplicó que expulsara el demonio de su hija.

En Mateo 15: 23 leemos que primero Jesús no le contestó nada y mientras la mujer no escuchaba nada de parte de Jesús, si escuchaba la queja de los discípulos que dijeron: «Dile que se vaya—dijeron—. Nos está molestando con sus súplicas. Tuvo que haber sido difícil para aquella madre el ver que mientras ella estaba en una angustia terrible, habían personas que se suponía que le ayudarían y más bien estaban fastidiadas porque ella expresaba su dolor y su angustia.

Luego Jesús le dice en el v. 24:

“Fui enviado para ayudar solamente a las ovejas perdidas de Dios, el pueblo de Israel”.

En otras palabras, no tienes el derecho de que yo haga un milagro por ti. Pero luego vemos que el

  1. 25 dice “Ella se acercó y lo adoró, y le rogó una vez más: ¡Señor, ayúdame!”.

Esta mujer no permitió que nada la desanimara; en el primer clamor Jesús no le contestó, pero ella insistió; luego siguió clamando y los discípulos la quisieron desanimar, pero ella insistió; luego Jesús le dice que no tenia derecho a pedir un milagro; pero ella en ese momento aumentó su clamor y lo que hizo fue que:

  • Se acercó.
  • Lo adoro.
  • Rogó otra vez.

Con esta acción, la mujer estaba reconociendo que Jesús era quien tenía la autoridad y la habilidad de hacerle el milagro y no se daría por vencido, más bien aumentó su nivel de clamor y adoración y en su necesidad y desesperación, puso toda su atención y dependencia en Jesús.

Por eso es que es importante que cuando estemos en angustia, cuando estemos en aflicción, cuando estemos en amargura, o lo que sea que estemos atravesando, no nos rindamos, no nos demos por vencidos, más bien:

  • Acerquémonos más.
  • Adoremos más fuerte.
  • Volvamos a rogar apasionadamente.

CONCLUSION

Cuando esta mujer hizo esto, tuvo que enfrentar otro obstáculo, Jesús le dijo en

Mateo 15: 26: “Jesús le respondió: No está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros” .

Esto parecería un insulto, pero no lo es. Con esto Jesús estaba afirmando lo que ya le había expresado, que ella al ser gentil y el ser enviado primeramente a los judios, ella no tenía el derecho legal de pedir un milagro. La mujer en este momento lejos de ofenderse, reconoce su posición y por eso ella le contesta en el

  1. 27: “Es verdad, Señor—respondió la mujer—, pero hasta a los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus amos.”

Ella le dice: Es verdad, en otras palabras, ella reconocía que no merecía un milagro de parte de Jesús, que Jesús era judio y había sido enviado a los judios y los gentiles sabían que los judios y los maestros de la ley como Jesús era considerado por muchos, no se juntaban con gentiles; pero aún así ella le llama Señor y le dice: pero hasta los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus amos. Con esto ella estaba declarando que aunque ella no lo merecía, ella necesitaba este milagro y apelaba a la gracia y la misericordia de Jesús sobre su vida.

Cuando esta mujer le contesta a Jesús de esta manera, ella no tomó una posición de orgullo, ni soberbia, ni arrogancia, sino que en su contestación aplicó los 7 ingredientes del clamor:

  1. Humildad
  2. Sometimiento a Dios.
  3. Ruego y súplica.
  4. Reconocimiento de nuestra inhabilidad. 5, Fe en Dios.
  5. Desesperación por un milagro.
  6. Dependencia absoluta de Dios.

Es entonces que Jesús le contesta en

Marcos 7: 29 - 30: “¡Buena respuesta! —le dijo Jesús—. Ahora vete a tu casa, porque el demonio ha salido de tu hija. 30 Cuando ella llegó a su casa, encontró a su hijita tranquila recostada en la cama, y el demonio se había ido”.

Cuando esta mujer escuchó que Jesús le dijo que se fuera en paz y que el demonio había salido de su hija, eso fue todo lo que necesitó escuchar, no necesitó la confirmación de que el milagro había sido hecho, sino que ella simplemente se fue en paz y cuando llegó a su casa encontró a su hijita tranquila recostada en la cama y el demonio se había ido, todo por el clamor de una madre.

Cuando clamamos; el clamor no nos lleva a ver nuestro milagro para creer, sino que nos lleva a creer para ver nuestro milagro; el clamor no sólo mueve a Jesús a contestar nuestra oración sino que nos da la fe para seguir adelante a pesar de nuestra situación, el clamor nos da la paz de que nuestra petición fue escuchada por Dios y que podemos tener paz en lo que recibimos nuestro milagro.

Asi mismo, es posible que en estos momentos usted esté atravesando una situación mayor de la que puede soportar, un proceso difícil de sobrellevar; es posible que lo que está atravesando no sea tan doloroso, pero puede que haya situaciones constantes en dónde ya está emocional, física y espiritualmente agotado, por lo tanto es necesario que se acerque a Jesús, que lo adore y le clame.

Si siente que sus pecados lo limitan de ir a Jesús, que su pecado es demasiado oscuro como para buscarlo, para reclamarle; quiero decirle que

si Jesús hizo un milagro por esta mujer que no tenía derecho a esperar nada de Él, también quiere hacer un milagro en su vida.

Pero es necesario que de el paso de :

  • Acercarse a Él,
  • Poner su confianza en El,
  • Declarar que es el Señor de su vida.
  • Someterse a Él.

Hay algo que muchas personas ignoran a la hora de clamar en medio de nuestras angustias y es que cuando clamamos en

  • Humildad
  • Sometimiento a Dios.
  • Ruego y suplica.
  • Reconociendo nuestra inhabilidad.
  • Teniendo fe en Dios.
  • Desesperados por un milagro.
  • Con una dependencia absoluta de Dios.

todo eso a la vez forma nuestro carácter, porque Dios no solo quiere darnos un milagro, Dios quiere que en el proceso de nuestro milagro nuestro carácter también sea formado.

Por esa razón no dejemos de acercarnos a Dios, no dejemos de buscar a Dios, no dejemos de adorar a Dios, no dejemos de clamar a Dios y no dejemos de declarar que:

NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANO