INTRODUCCION Hoy aprenderemos cómo la oración que Daniel hizo al Señor nos ayudará a abrazar más la presencia de Dios y la intercesión. MENSAJE El Poder de la revelación de la Palabra Este capítulo de Daniel, no se trata de una visión, sino de una oración, un clamor de Daniel por su nación y su gente. Durante el reinado de Darío, Daniel estaba estudiando la Palabra del Señor y estaba leyendo los escritos del profeta Jeremías y mientras leía se daba cuenta de que Jerusalén debía permanecer en desolación durante 70 años. Jeremías 25: 7 - 11 dice: “Pero ustedes no querían escucharme—dice el Señor—. Me pusieron furioso al rendir culto a ídolos hechos con sus propias manos y trajeron sobre ustedes todos los desastres que ahora sufren. 8 Ahora el Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Como ustedes no me han escuchado, 9 reuniré a todos los ejércitos del norte bajo el mando de Nabucodonosor, rey de Babilonia, a quien nombré mi representante. Los traeré contra esta tierra, contra su gente y contra las naciones vecinas. A ustedes los destruiré por completo y los convertiré en objeto de horror, desprecio y ruina para siempre. 10 Quitaré de ustedes la risa y las canciones alegres. No se oirán más las voces felices de los novios ni de las novias. Las piedras de molino se acallarán y las luces de las casas se apagarán. 11 Toda la tierra se convertirá en una desolada tierra baldía. Israel y las naciones vecinas servirán al rey de Babilonia por setenta años.” Aquí podemos ver una vez más que Dios cumplió lo que les prometió, como vimos en el primer mensaje de esta serie, pero también vemos que Dios les advirtió de antemano lo que haría. Algo que creo que vale la pena mencionar, es lo importante de leer las Escrituras. Dios le permitía a Daniel ver cosas que nadie había visto, le dio una revelación de lo que había de acontecer y aun así él estaba estudiando la Palabra de Dios. La mayoría de las personas que usted ve escandalizadas y en angustia, es porque no conocen la Palabra de Dios, no estudian la Palabra de Dios o no confían en la Palabra de Dios. Lo segundo que vemos aquí es que cuando Daniel estudia la Palabra de Dios y encuentra una revelación; esto mueve su corazón; esto mueve todo su ser. Lo que me lleva a preguntarme. ¿Qué piensa o cómo reacciona cuando se ve confrontado con la Palabra de Dios? ¿Hace los cambios que tiene que hacer o sigue igual a ver si la Palabra es la que cambia y no usted? Por ejemplo, cuando usted lee en la Palabra en Mateo 6: 14 - 15 “Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti; 15, pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados.” ¿Eso te mueve a perdonar a quien tienes que perdonar? O usted dice algo como: lo que me hicieron no tiene perdón, Dios sabe que lo que me hicieron es difícil de perdonar. O cuando lee Malaquías 3: 8 ¿Debería el pueblo estafar a Dios? ¡Sin embargo, ustedes me han estafado! »Pero ustedes preguntan: “¿Qué quieres decir? ¿Cuándo te hemos estafado?”. »Me han robado los diezmos y ofrendas que me corresponden. ¿Eso lo mueve a decir: Es cierto, todo lo que tengo proviene de ti y es gracias a ti? O usted dice algo como: Dios conoce mi corazón y mi necesidad y sabe que si fuera por mí, yo sería fiel en esa área, pero no puedo. Muchas personas cuando descubren lo que dice la Palabra, en vez de arrepentirse y hacer los cambios necesarios, tratan de interpretar la Palabra a su manera para no tener que hacer cambios. Este no fue el caso de Daniel, lo que él descubrió en la Palabra no solo le dio revelación, sino que lo llevó a una actitud de clamor y arrepentimiento. El poder de la intercesión Cuando leemos la oración que hizo Daniel nos damos cuenta de que es poderosa; Daniel lee el libro del profeta Jeremías y al leerlo entiende que fue la actitud del pueblo con Dios lo que los hizo estar 70 años en desolación; esto mueve a Daniel a una actitud de profundo arrepentimiento y clamor. La oración de Daniel nos puede enseñar a orar, a cómo interceder por las situaciones que nos tienen preocupados, cargados o angustiados. Porque la oración que Daniel hizo es tan impresionante que movió el cielo, recibió revelación y confirmación de Dios. Tenemos que recordar que esta es la misma persona que sus enemigos no encontraban razón para atraparlo, sus propios enemigos sabían que él vivía una vida tan recta que, por más que ellos trataran, no podían acusarlo de nada. Sin embargo, cuando Daniel ora, él no dice: Señor, mira este pueblo que no te ama, como yo te amo, que no te obedece, como yo te obedezco; sino que nos dicen los 4 - 5: “Oré al Señor mi Dios y le confesé: «¡Oh Señor, tú eres un Dios grande y temible! Siempre cumples tu pacto y tus promesas de amor inagotable con los que te aman y obedecen tus mandatos; 5 pero hemos pecado y hemos hecho lo malo. Nos hemos rebelado contra ti y hemos despreciado tus mandatos y ordenanzas” Luego añade en los 10 - 14: “No hemos obedecido al Señor nuestro Dios, porque no hemos seguido las instrucciones que nos dio por medio de sus siervos, los profetas. 11 Todo Israel ha desobedecido tus instrucciones, te ha dado la espalda y ha rehusado escuchar tu voz. »Entonces ahora, a causa de nuestro pecado, se han derramado sobre nosotros las maldiciones solemnes y los juicios escritos en la ley de Moisés, siervo de Dios. 12 Tú cumpliste tu palabra, e hiciste con nosotros y nuestros gobernantes, tal como habías advertido. Nunca hubo una calamidad tan grande como la que ocurrió en Jerusalén. 13 Se han cumplido todas las maldiciones de la ley de Moisés escritas contra nosotros. Sin embargo, nos hemos rehusado a buscar la misericordia del Señor nuestro Dios al no reconocer su verdad ni abandonar nuestros pecados. 14 Por lo tanto, el Señor nos ha enviado la calamidad que había preparado. El Señor nuestro Dios tuvo razón en hacer todas esas cosas, porque no lo obedecimos.” Daniel estuvo dispuesto a perder la vida, pero no su intimidad con Dios, y por eso es que cuando ahora se encuentra con esta porción de la Escritura, Daniel oró. Lo primero que vemos de la oración de Daniel es que Daniel intercedió por su pueblo; y cuando intercedió, no fue que oró por ellos con lástima o indiferencia, sino que se puso en la posición del pueblo, se identificó con la condición del pueblo. Eso para mí es interceder. Interceder es cuando lo que una persona está atravesando, nos duele, nos afecta, nos agobia a tal punto que nos ponemos en medio de la situación, la persona y Dios, o sea sentimos la carga de la persona a tal punto como si nosotros mismos la estuviéramos sufriendo. Por ejemplo, en el libro de Ester vemos que un hombre llamado Aman, convence al rey Jerjes de asesinar a los judíos. Cuando Mardoqueo se entera de la situación, él rasgó sus vestidos y salió por la ciudad llorando a gritos con un amargo lamento. Pero aun eso no es interceder, sino que luego de eso, él entendió quién podía hacer algo al respecto y envió un mensaje a la Reina Ester, que era su sobrina, y dice en Ester 4: 8 que también le pidió a Hatac que la exhorta a presentarse ante el rey para suplicarle compasión e interceder a favor de su pueblo. Lo que Mardoqueo le estaba pidiendo a Ester, le podía costar la vida. Pero aun así, ella aceptó, ella decidió pararse en la brecha por ellos, no pensó en su vida, su comodidad, sino que le dolió la situación que ellos estaban atravesando. Esto es lo que tenemos que hacer los padres, los esposos, los hermanos, tenemos que desarrollar esta misma actitud, tomar la decisión de así como Daniel, no pedirle a Dios desde la distancia que obre a favor de nuestros hijos, de nuestros matrimonios, de nuestras familias, de nuestros hermanos, sino que nos tiene que doler, tiene que dolernos como si estuviéramos nosotros mismos sufriendo las consecuencias, como si fuéramos nosotros mismos los que sufrimos la pérdida, como si fuéramos nosotros mismos los que tenemos la enfermedad. Porque para interceder nos tiene que doler. Lo segundo que aprendemos de la oración de Daniel es que Daniel oró con arrepentimiento y súplicas. Cuando ora a Dios, él expresa que la razón por la que estaban en la condición en la que se encontraban era por sus propios pecados, no porque Dios no había sido fiel, sino que porque habían pecado. Daniel le pide a Dios que tenga misericordia de ellos, que volviera a sonreír sobre ellos, que los escuchara, y que mirara la desesperación de ellos. Por ejemplo, él dice en el 18: “Oh, Dios mío, inclínate y escúchame. Abre tus ojos y mira nuestra desesperación. Mira cómo tu ciudad—la ciudad que lleva tu nombre—está en ruinas. Esto rogamos, no porque merezcamos tu ayuda, sino debido a tu misericordia.” A veces siento que nuestras oraciones a Dios son reclamos como si nosotros estuviéramos bien y Dios mal, como si Dios fue el que falló, lo que estamos viviendo son consecuencias de nuestros propios pecados y de una humanidad caída, a veces nos enojamos con Dios porque Dios no nos saca del problema en el cual nosotros mismos nos metimos. Daniel, en su oración, reconocía su condición, en su oración reconocía su pecado y el de su pueblo y venía a Dios con la más óptima reverencia. Cuando estamos orando e intercediendo debemos venir a Dios no con una actitud de que estamos bien, sino que debemos venir a Dios con reverencia, con arrepentimiento y súplicas. CONCLUSION Luego nos dice en los 20 - 23: “Yo seguí orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo, rogándole al Señor mi Dios por Jerusalén, su monte santo. 21 Mientras oraba, Gabriel, a quien había visto en la visión anterior, se me acercó con rapidez a la hora del sacrificio vespertino. 22 Él me explicó: «Daniel, he venido hasta aquí para darte percepción y entendimiento. 23 En cuanto comenzaste a orar, se dio una orden, y ahora estoy aquí para decírtela, porque eres muy precioso para Dios. Presta mucha atención, para que puedas entender el significado de la visión.” Si hay algo que me impresiona de Daniel, era su insistencia, no se conformó con la oración que hizo, sino que continuó orando. Cuando estamos en medio de una situación que nos duele, que nos afecta, que nos tiene angustiados, tenemos que seguir orando, tenemos que persistir en la oración, insistir en orar y no parar. Mientras él continuó orando, el Ángel Gabriel vino a Daniel y le dijo: “Daniel, he venido hasta aquí para darte percepción y entendimiento. 23 En cuanto comenzaste a orar, se dio una orden, y ahora estoy aquí para decírtela, porque eres muy precioso para Dios.” Cuando estamos en esos momentos de angustia, preocupados por una situación, tenemos que orar hasta recibir revelación de Dios, tenemos que orar hasta saber que hemos sido escuchados por Dios. Cuando se trata de un asunto doloroso, un asunto abrumador y complicado o cuando estamos en angustia, tenemos que orar intensamente, donde antes de levantarnos tengamos claro que hemos estado con Dios, que hemos sido escuchados por Dios, que nos levantemos de nuestras rodillas, sabiendo que aunque el problema sigue ahí, hemos estado con Dios y que eso nos dé la fe para continuar y seguir adelante. Cuando oramos no necesitamos la respuesta, no necesitamos saber que va a suceder, todo lo que necesitamos es saber que Dios está con nosotros, que Dios está de nuestro lado, que Dios no nos ha dejado, que Dios está en control y que porque Él está en control y es Alpha y Omega, conoce que es lo mejor para nosotros, y por eso es que podemos tener paz. Cuando oramos debemos orar, hasta estar convencidos de que su presencia está con nosotros. Esa es la oración que necesitamos en medio de las situaciones dolorosas y difíciles de nuestras vidas. Usted dirá: Pero Dios le envió un ángel a Daniel y le dio un mensaje, yo no he tenido esa experiencia. El asunto es que el velo del templo fue rasgado y usted y yo tenemos accesos a su presencia, Dios si habla, no lo escuchamos, porque nos enfocamos en nuestra situación más que en su presencia, pero Él sí habla. Además, el ángel le dio el mensaje a Daniel; pero usted y yo no necesitamos que un ángel nos visite y nos hable, porque aparte de que Dios habla, también nos dio un mensaje plasmado por 66 libros cargado de más de 7000 promesas en la Biblia, a Daniel le envió un ángel, pero a nosotros nos dio el Espíritu Santo y Romanos 8: 26 - 28 dice “Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. 27 Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios. 28 Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.” Lo que significa que yo no tengo que saber que es lo que Dios va a hacer, yo tengo que conocer lo que ya me ha prometido y Él me ha prometido, que si estoy enfermo, Él es mi Sanador; si me siento angustiado, Él es mi Consolador; si estoy abatido, Él es mi fortaleza; si me siento derrotado, Él es mi victoria; yo no tengo que conocer cómo voy a salir de esto, yo solo tengo que conocer al que camina conmigo en el proceso, y Él no me ha dejado y jamás me dejará. Por eso es que en medio de cualquier situación, ora al Señor, ora con todo su corazón, ora con todas tus fuerzas y permite que tu oración te lleve a confiar en Él, a depender de Él y adorarlo a Él. Usted pudo ver lo impresionante de la oración. Pero la oración más impresionante e importante que usted hará en su vida es la oración en la cual le pide a Dios que sea su Señor y su Salvador, esa es la oración que te da vida eterna, esa es la oración que le permite heredar el cielo, esa es la oración que le da el privilegio de convertirse en un hijo de Dios, esa es la oración que cambiará su vida para siempre. En este día, haga un compromiso de buscar a Dios, depender de Dios, confiar en Dios por medio de la oración y le garantizo que si eso hace, no importa cuál sea la situación, vivirá para declarar que: NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANO