INTRODUCCIÓN El día de hoy continuaremos con la serie de mensajes “Diagnóstico del Corazón” y estaremos hablando de un tema que personalmente a mí me impacta y me confronta, estaremos hablando del Corazón Endurecido. Las cosas que se están haciendo contra los niños, las protestas a favor del aborto, el movimiento trans, la maldad tan grande que se manifiesta dondequiera que miramos, refleja la dureza de corazón que hay en nuestra sociedad. Y esa dureza de corazón en la sociedad afecta la dureza de corazón en nosotros, porque nos limita y nos impide avanzar en la familia, el matrimonio, ministerio y en todas las áreas de nuestra vida y la realidad es que muchos podemos estar en Cristo y aún vivir con un corazón endurecido. MENSAJE Causas De La Dureza De Corazón Nadie endurece su corazón a propósito, nadie planea endurecer su corazón. Nadie dice: hoy decido endurecer mi corazón porque fui herido, lastimado o traicionado. La dureza del corazón se produce cuando: Sentimos que no merecemos lo que hemos recibido. Cuando atravesamos procesos injustos. Cuando nos decepcionan y lastiman o de muchas otras formas. Cuando una de estas cosas suceden, desarrollamos un mecanismo de defensa para que las situaciones no nos afecten tanto la próxima vez que nos lastimen. Por ejemplo hay personas que salieron de una relación dolorosa o abusiva y en el intento de lidiar con el dolor; endurecen sus corazones; porque lo que atravesaron fue tan doloroso que ahora su corazón está prevenido por si alguna vez llegara a suceder algo similar, ya no sea tan doloroso. La manera más segura que el corazón se endurece es cuando en el proceso de dolor donde somos lastimados y heridos nos apartamos, quitamos nuestra mirada de Dios o dejamos de depender y confiar en Él. Cuando eso sucede, inevitablemente se endurecen los corazones. Por ejemplo, hay personas que cuando han sido lastimados, el dolor les lleva a reaccionar de manera tal que recurren a resentimientos, iras, amarguras, y como la Biblia dice cosas como: perdonen, sean libres, no den lugar a la amargura, amen a sus enemigos, etc, prefieren recurrir a su propio método y proceso de sanidad y esto inevitablemente producirá un corazón endurecido, que no solo se resiste a la persona que le lastimó, sino también se resiste a Dios. Como dice Zacarías 7: 11 - 13 que dice: “Sus antepasados se negaron a escuchar este mensaje. Volvieron la espalda tercamente y se taparon los oídos para no oír. 12 Endurecieron su corazón como la piedra para no oír las instrucciones ni los mensajes que el Señor de los Ejércitos Celestiales les había enviado por su Espíritu por medio de los antiguos profetas. Por eso el Señor de los Ejércitos Celestiales se enojó tanto con ellos. 13 »Así como ellos se negaron a escuchar cuando los llamé, tampoco yo los escuché cuando clamaron a mí, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales”. Aquí vemos que cuando el pueblo se resistió a escuchar a Dios, el resultado fue que endurecieron sus corazones como la piedra, para no oír las instrucciones, ni los mensajes que Dios había enviado por su Espíritu y Dios dejó que pagaran las consecuencias y el resultado de su corazón endurecido. Esto mismo puede suceder con nosotros, cuando en el proceso en el que somos lastimados o heridos, sea por un familiar, por un amigo, por un hermano, por quien sea y ahora recurrimos a endurecer nuestros corazones, con el fin de protegernos, o defendernos, lo que sucede es que al escuchar lo que Dios nos ordena, tenemos que decidir si continuamos haciendo caso a nuestro sentimiento o a las instrucciones de Dios. Y si nos resistimos a las instrucciones de Dios, endurecemos nuestros corazones y recibiremos el resultado de la dureza de corazón que inevitablemente nos llevará a una condición peor, que la que nos causaron. Hay personas que viven así por años. Hace mucho alguien los lastimó, endurecieron sus corazones y se acostumbraron a vivir de esa forma. Esto se puede notar en personas que cuando se les confronta, dicen cosas como: Yo sé que la Biblia dice que tengo que perdonar; pero es que lo que me hizo es muy fuerte. Yo no creo que Dios quiera que yo necesariamente perdone lo que me hicieron. Yo así soy y pues ni modo, que Dios haga lo que tenga que hacer. Yo perdono, solo que aún no estoy listo. Muchas personas prefieren simplemente vivir con el corazón endurecido y hacen como lo que dijo el pueblo a Jeremías, cuando les hablaba de que cambiaran su estilo de vida y ellos le dijeron en Jeremías 18: 12: … «No gastes saliva. Continuaremos viviendo como se nos antoja y con terquedad seguiremos nuestros propios malos deseos». Así viven muchas personas, sabiendo lo que necesitan hacer, pero decidiendo no hacerlo. Muchos piensan que pueden endurecer sus corazones contra algunas personas y no contra otras, pero no es así; usted puede manifestar la dureza de corazón más contra algunas personas que con otras, pero el que endurece su corazón nunca dará el 100% de él o ella a nada, ni a nadie. Por ejemplo si yo endurezco el corazón contra mi esposa y pienso que no lo estoy manifestando también contra mis hijos, me engaño a mí mismo; porque aun cuando puedo llegar a manifestarlo más contra mi esposa, aun así, no le daré el 100% de mi corazón a mis hijos, ni a nadie, porque el corazón endurecido limita la capacidad de amar y de recibir amor. El Orgullo Del Corazón Endurecido Una de las cosas que no nos percatamos cuando tenemos el corazón endurecido es que lo que puede estar operando en lo profundo y en lo oculto es el orgullo. Porque la raíz y lo que alimenta el corazón endurecido es el orgullo. El corazón endurecido toma fuerza cuando nos justificamos y desarrollamos conductas o patrones donde pensamos cosas como: Ya no me la vuelven a hacer; me la van a pagar, yo no me dejo de nadie; todas estas cosas que son producto del orgullo, endurecen nuestros corazones. Con esto no quiero decir que está bien que nos lastimen o nos hieran; pero para que el corazón se endurezca tiene que operar el orgullo; sin que el orgullo opere, no hay manera que se endurezca el corazón. En otras palabras: Dolor + Orgullo = Corazón endurecido. Para ver cómo es que opera el orgullo y la dureza de corazón miremos lo que nos enseña 2 Reyes 5 donde había un hombre llamado Naamán, la Biblia dice que este hombre era comandante del ejército y que Dios le había dado al rey Aram importantes victorias por medio de Naamán. Sin embargo, Naamán tenía lepra y aunque lo mantenía oculto. Un día una criada se dio cuenta y le recomendó a la esposa de Naamán que Naamán fuera a ver a Eliseo, porque Eliseo podía sanarlo. Dicen los 7 – 14 que cuando Naamán llegó a la casa de Eliseo, Eliseo no salió a verlo, sino que le mandó a decir con el mensajero que se fuera a lavar siete veces en el Jordán y su piel quedaría restaurada y sanaría su lepra. En el v. 11 dice que: “Naamán se enojó mucho y se fue muy ofendido. «¡Yo creí que el profeta iba a salir a recibirme! —dijo—. Esperaba que él moviera su mano sobre la lepra e invocara el nombre del Señor su Dios ¡y me sanara!¨. Naamán que había tenido tantas victorias, que había sacrificado tanto por su nación, que había sido un hombre reconocido, se tenía que estar preguntando: ¿Por qué yo tengo que pasar por un proceso así, cuando me he sacrificado tanto y he luchado tantas batallas? Esto llevó a Naamán a endurecer su corazón y ese corazón endurecido manifestó el orgullo oculto en él, cuando Eliseo no salió a saludarlo. Y es que las personas que han sido heridas y lastimadas y han endurecido sus corazones sienten que la vida les debe algo, sienten que merecen un lugar especial por haber sufrido y que ahora merecen un lugar especial y cuando esto no sucede continúan endureciendo sus corazones. Usted lo ha visto, personas que han sido heridos y ahora reaccionan de cierta manera y su justificación es que fueron heridos, que alguien los lastimó y otros terminan pagando las consecuencias de lo que les hicieron. El corazón endurecido de Naamán combinado con su orgullo, estuvo a punto de limitarle de recibir de parte de Dios lo que tanto anhelaba y necesitaba, la sanidad para su cuerpo. Así es cuando endurecemos nuestros corazones, vivimos limitados de ver lo que Dios es capaz de hacer; porque no logramos ver cómo es que Dios quiere traer libertad, sanidad, restauración, transformación, edificación y bendición a nuestras vidas. Por ejemplo, hay matrimonios que no han sido restaurados porque han endurecido sus corazones; hay familias que no han podido unirse, por la dureza de corazón; hay personas que no han podido ser prosperadas por la dureza de corazón, hay otras que no han podido ser sanadas por la dureza de corazón; porque la dureza de corazón siempre limitará la operación de Dios en nuestras vidas. La dureza de corazón nos lleva a cometer aún graves errores; por ejemplo; la mayoría de los matrimonios que terminan en divorcios vienen como consecuencia de la dureza de corazón, hay personas con ministerios estancados por la dureza de corazón, existen cantidad de relaciones afectadas de padres con hijos e hijos con padres por la dureza de corazón. Pero lo peor es que la persona que ha endurecido su corazón se presenta como que es fuerte, que no llora, que no le duele, que no le importa, que puede sobrellevar lo que sea; pero no es así, no es cierto; la persona que tiene el corazón endurecido, está sufriendo internamente, tiene un tormento de emociones dentro de sí mismo, tiene miedo de exponerse, tiene terror de la soledad, en ocasiones ni entiende por qué reacciona como reacciona, siente que todos le van a lastimar, que nadie puede llegar a amarle, se sienten perdidos dentro de sí mismo y esto es un tormento. CONCLUSION Para Naamán bañarse en el Jordán era algo fácil, lo que se le hizo difícil fue cambiar su corazón, porque su corazón endurecido le estaba limitando de obedecer las instrucciones de Dios. Pero los oficiales de Naamán lo convencieron para que obedeciera y Naamán decidió renunciar al orgullo de su corazón endurecido y obedeció las instrucciones de Dios y eso lo llevó a una vida de bendición que jamás él imaginaba que llegaría a alcanzar, y recibió lo que él pensaba que era imposible. Pero el proceso de lidiar con nuestros corazones endurecidos es un proceso bastante difícil; porque nos obliga a encontrar gozo, cuando lo que quiero es amargura; a perdonar cuando lo que quiero es venganza; a tener paz, cuando lo que quiero es tormento; a humillarnos, cuando lo que quiero es justicia; a alabar a Dios, cuando lo que quiero es vivir en depresión; a restaurar, cuando lo que quiero es división. Tenemos que obligarnos a vencer la dureza de corazón porque si no lo hacemos, la dureza de corazón, nos mantiene prisioneros del dolor. Por eso miremos lo que dice Hebreos 3: 7 – 10: “Por eso el Espíritu Santo dice: «Cuando oigan hoy su voz, 8 no endurezcan el corazón como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron, aquel día que me pusieron a prueba en el desierto. 9 Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia a pesar de haber visto mis milagros durante cuarenta años. 10 Por eso, estuve enojado con ellos y dije: “Su corazón siempre se aleja de mí. Rehúsan hacer lo que les digo”. Sí me pregunta: ¿Cómo puedo ser libre de lo que siento en mi corazón?. ¿Cómo puedo sacarme esto que siento en mí corazón? ¿Cómo puedo renunciar a la dureza del corazón? Mí respuesta a esto, no es 1, 2 y 3 pasos para sanar el corazón. Para esto, lo que el Espíritu Santo me ha indicado es que cada uno, tiene que buscar a Dios de forma personal en este día y si quiere sanar, debe pedirle a Dios que le sane y Dios le va a indicar que tiene que arreglar, a quien tiene que perdonar, que tiene que cambiar, que tiene que sanar y cuando Dios le hable hoy, y le revele que es lo que tiene que hacer; no endurezca su corazón. Usted está aquí, no por casualidad, sino que Dios lo trajo en este día para sanarle, para darle un nuevo corazón, para salvarle, todo lo que ha estado sintiendo, todo lo que ha estado escuchando, ha colaborado para llegar a su corazón y que pueda tener un encuentro con Dios y que su vida jamás sea la misma. Por eso le aconsejo en este día que venga a Cristo, no permita que su corazón le siga alejando de Dios, ya Dios hizo su parte al traerle, y al estar tocando la puerta de su corazón; ahora usted tiene que decidir, si le abre la puerta de su corazón o no. El enemigo, la sociedad, la vida nos va a tirar con todo lo que pueda, para que endurezcamos nuestros corazones; pero no permitamos que nada, ni nadie nos provoque o nos tiente a endurecer nuestros corazones, sino que vivamos una vida de libertad, una vida de bendición, que cada día de nuestras vidas, nos despertemos para declarar que: NO HAY NADA MEJOR QUE SER CRISTIANO